Impresiones de Daniel Woites, director de la agencia católica argentina AICAImpresiones de Daniel Woites, director de la agencia católica argentina AICA
Todavía no terminamos de ordenar nuestros sentimientos, sorpresa, alegría, felicidad, dudas, esperanzas afloran en nosotros en medio de la incesante tarea periodística.
El hasta ayer cardenal Bergoglio, quien nunca dejó de ser un cura de barrio, que estaba entre nosotros como un sacerdote más, es hoy el Sumo Pontífice.
Sus primeros gestos públicos, el pedir la oración del pueblo de Roma, el rezar por su antecesor hacen entrever parte de su personalidad austera, sencilla y humilde, pero fuerte en sus convicciones y compromisos, especialmente con los más pobres y necesitados.
Camina y toma transporte público en Buenos Aires. Los porteños pueden verlo cotidianamente a bordo de un colectivo o el subterráneo cuando decide trasladarse.
Tiene una profunda llegada entre los sacerdotes y laicos de la capital argentina. Muchos de ellos lo consultan frecuentemente para recibir consejos pastorales o incluso de sus propias vidas.
La frase “Recen por mí” era el pedido con el que el arzobispo de Buenos Aires -ahora Santo Padre Francisco – cerraba todas sus alocuciones y homilías.
Siempre quiso siempre que sus sacerdotes y obispos auxiliares estén cerca de la gente, entre la gente, ahí en donde se sufre, en donde hay necesidades, acompañando espiritual y materialmente de la misma manera que él lo hacía diariamente, dando el ejemplo.