Por Fray Eulalio Gómez Martínez, o.f.m.Con gusto comparto mis primeras impresiones sobre nuestro nuevo Pastor universal. Por no conocerlo tanto –ni siquiera sonaba entre los papables-, éstas corren el riesgo de ser proyecciones de las propias esperanzas o de las emociones que un momento como éste despierta.
Hace unos 4 años lo conocí en Buenos Aires, cuando fui como miembro de una Comisión internacional franciscana; él presidio una Eucaristía en San Francisco; concelebramos, y lo saludamos brevísimamente en la sacristía. Muy sencillo en su trato y su vestir, hombre de Dios, sin interés por reflectores que, a veces, todo lo banalizan; apreciador de los frailes, con mucho sentido de lo social, palabra y pensamiento bien confeccionados.
Eso lo reflejó en su estilo ahora en la logia de la Basílica de S. Pedro, donde –mientras se ejecutaba la Marcha Pontificia de Charles Gounod- dio la impresión de tieso, emotivamente seco y sin sonrisa, cosas que muy pronto y evidentemente desmintió su estilo sencillo, natural, con libertad gestual y con el nombre elegido. Hombre de oración, fue manifiesto. Capaz de unidad afectuosa con su predecesor, sin dudarlo. Un alto sentido de lo diocesano al mencionar más veces la Diócesis de Roma que a otras realidades eclesiales y eclesiásticas. Sentido de unidad fraterna entre feligreses y Pastor, puesto de manifiesto al pedir ser bendecido por el Pueblo a través de su oración por él antes de darnos la “Urbi et Orbi”. Su opción por la sencillez y lo más pobre, hasta en su cruz pectoral –no de oros- se puso de relieve.
Nos “dijo” ya, creo yo, cuál es y será SU ESTILO que, espero, coloreará al eclesiástico de muchos.
Es muy consciente de venir de una realidad no europea, y de que es la hora de tomar más conciencia de que otras regiones eclesiales tienen una palabra y una presencia que aportar a la vida de la Iglesia Universal. Este solo hecho inicia un cambio de esquemas mentales en muchos.
Es un religioso. De los jesuitas el primero, pero los ha habido en la historia del Papado. Y aunque en círculos clericales se tiene claro, muchísimos feligreses y personas fuera de la Iglesia tienen la idea de que solo los del clero, diocesanos pueden ser obispos, cardenales y Pontífices. Esto traerá también cambios en los esquemas de pensamiento, como de igual forma los trajo –y cuántos- la renuncia de Benedicto XVI.
Es sólido en lo físico –a pesar de sus 77 años-, bien hecho en su tesitura de personalidad, en el campo intelectual, en el pastoral y luego veremos en qué otros aspectos.
Es esperanzador el que en la oración por Benedicto XVI haya cerrado con esa oración trinitaria que sabemos todos: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo…”, porque la espiritualidad trinitaria es muy necesaria en muchísimos cristianos. Tocó el corazón su mención de María, mujer que embellece todo lo que toca, desde su realidad resucitada de “Tota Pulchra”, de “Toda hermosa eres, Amada mía” -utilizando las palabras del Cantar de los Cantares-.
A San Francisco de Asís, a través del arte –el bello icono de Cristo, bizantino, del siglo XII-, Jesucristo le pidió y envió, diciéndole: “Francisco, ve y repara mi Iglesia…”. Eso nos lo dice A TODOS con este Francisco Papa, y nos lo dirá a través del arte tan descuidado por clérigos, laicos y religiosos como forma de presencia viva de Dios y de evangelización.
Fray Eulalio Gómez Martínez es franciscano, de la Provincia San Pedro y San Pablo en México y Guardián de la fraternidad “Fr. Gabriele M. Allegra”, del Colegio Internacional San Antonio, en Roma