Cada año la Iglesia en España pierde cerca de 100.000 fieles
Algunos hablan de Primera y última Comunión porque después de celebrarla muchos no vuelven a misa. En España, por ejemplo, en el año 2011 recibieron este sacramento de iniciación cristiana 250.916 personas, mientras que se confirmaron 109.275: ¡una pérdida de 140.000 fieles! ¿Por qué se van? ¿Cómo evitarlo?
Tras realizar un análisis de los datos, el director del Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS) de la Universidad Abat Oliba Josep Miró i Ardèvol, apunta a dos causas: en primer lugar la Iglesia no les ofrece unas estructuras y unos significantes, y en segundo lugar, falta el apoyo de las familias.
Respecto al primer problema, Miró explica que “al niño no se le puede alimentar a base únicamente de catequesis: hace falta algún atractivo más”. Sobre la familia, constata que “muchos padres no tienen el mínimo interés en que sus hijos se confirmen”.
Avanzar la Confirmación, en opinión de Miró, mejora las estadísticas, pero no soluciona el problema real. “Si no se resuelva la forma de engarzar a estos niños, si continúa faltando un proceso, una organización, una metodología para mantenerlos en la Iglesia, no significará nada: se confirmarán y se perderán, porque la fase crítica del niño y de las familias se encuentra entre los 13 y los 15 años de edad”, dice.
Vínculos
“¿Qué vamos a hacer con los jóvenes que han entrado en la Iglesia para hacer la primera comunión y que no se les da continuidad a su fe perdiendo así una oportunidad para que entren en la madurez evangelizados?”, pregunta.
Como respuesta, el director del INCAS, miembro del Consejo Pontificio para los Laicos, propone que la Iglesia ofrezca algo atractivopara los padres y para los niños.
“Esto en el pasado existió, a través de la Acción Católica y del escultismo católico, que se ha verificado como una solución que da al niño y al joven lo que necesita: formación religiosa, vivencia de fe, diversión, aventura, estar con compañeros,…”, destaca.
“Hoy, sin embargo, el escultismo diocesano, en su mayoría, no es que no sea católico, sino que no es ni religioso –lamenta-. La mayoría de los llamados “esplais” “se han mostrado muy débiles y su capacidad de transmisión de la fe es muy limitada porque hacen falta estructuras y organizaciones que creen vínculos fuertes y, salvo excepciones, esos grupos escoltas más que crear vínculos han servido como una manera más de entretener a los niños el sábado por la tarde”.
En cambio, continúa, el escultismo tiene un efecto multiplicador. “Para mover a unos treinta niños de entre 10 y 16 años, se necesitan dos jóvenes de entre 18 y 30 años”, continúa.
Para Miró, “si el factor de contacto inicial –la catequesis-, se enmarcara en una actividad con más marcha como el escultismo se podría integrar a los niños en una medida mayor”.
Respecto a la carencia del apoyo familiar, Miró apuesta por evangelizar a las familias cuando los niños se preparan para la Primera Comunión y por incidir en la pastoral familiar.
“La pérdida que se produce entre la comunión y la confirmación echa por tierra todo el proceso posterior: la secularización se produce, esencialmente, en este punto”, explica.
Sin embargo, también desciende el número de Primeras Comuniones (250.916) respecto a los bautismos (292.143). El número de matrimonios es sensiblemente más alto –un 30%- que el de confirmados y el de las exequias vuelve a ascender, hasta 386.017.
“Si se calcula la diferencia entre el número de personas que mueren -digamos- por la Iglesia y el de bautizados, puede concluirse queen España la Iglesia pierde cada año 94.000 católicos: el déficit estructural de la Iglesia católica es un problema intergeneracional”, añade.
