JMJ 2011, mucho más que un recuerdo
Para la mitad de los jóvenes participantes la Jornada Mundial de la Juventud e Río el recuerdo de la de Madrid de hace dos años está aún muy presente, sobre todo para los jóvenes españoles. Nostalgia de Madrid, esperanza de Río.
Jamás olvidarán lo vivido aquellos días, en las catequesis y en los actos culturales, en los grandes encuentros con el Santo Padre y en cada recorrido en grupo por las calles de Madrid, en el encuentro permanente con peregrinos de otros países, con quienes intercambiaron sus camisetas, en las colas para cambiar sus vales de comida en los miles de establecimientos de la ciudad, cuando cantaban y bailaban tanto en los conciertos como en el metro o por las calles; cuando rezaban juntos cada mañana y cada noche en sus grupos en aquellos polideportivos donde pasaron las noches en sus sacos de dormir. Esa experiencia vivida en Madrid jamás la olvidarán, la experiencia de compartir la vida viviendo el amor mutuo entre ellos, reconociéndose en el único ideal de hacer en Cristo y por Cristo un mundo nuevo y mejor.
Jamás olvidarán que ese anciano profesor, y que dos años después renunció a la Sede de Pedro por flaquearle las fuerzas, los sigue queriendo y ahora más que nunca sigue dando la vida por ellos, y ora por ellos para que sigan un camino de libertad. Y tampoco olvidarán aquellos jóvenes de la JMJ de Madrid de hace dos años a ninguno de sus sacerdotes o educadores, a ninguno de sus compañeros de peregrinación, porque en ellos vieron también visible ese abrazo de la Iglesia que une, que hace familia, que hace visible la presencia de Cristo en cada época de la historia, también en el tiempo de esta generación, esa presencia que él mismo prometió a aquellos que se uniesen en su nombre.
Ahora, de entre los jóvenes españoles que vivieron intensamente como acogedores del resto la JMJ de Madrid, sólo una pequeña representación estará viajando a Río de Janeiro. El resto, como el Papa Emérito Benedicto XVI, entonces tanto ellos como él protagonistas de esa JMJ, seguirán con máxima atención y con gran emoción la JMJ de Río de Janeiro por la radio y la televisión y, como entonces, recogerán, ahora todos fieles discípulos del Papa Francisco, no sólo sus catequesis, sino sobre todo, el abrazo de su paternidad, la seguridad de poder ver en él un guía seguro que, en nombre de Cristo, les muestre desde su ejemplo y su temple, el camino de la verdadera libertad, como hicieron antes el beato Juan Pablo II y el Papa emérito Benedicto XVI.