Sin valores, pueden destruir la vida de un paísCuando los miembros de una sociedad conducen sus vidas sin valores, humanos y cristianos, se produce un fenómeno repetido que termina siempre en desastre. Ese fenómeno consiste en perseguir a quienes distribuyen o consumen drogas vegetativas, en tanto el dinero y el poder pasan a convertirse en dos drogas peores que la marihuana, la morfina o la cocaína. Estas dos drogas destruyen la vida social de cualquier país.
El dinero, que debe ser un simple y útil medio de cambio, pasó a funcionar como la droga promotora del sistema capitalista cuyas virtudes, como es la competencia, quedan así distorsionadas. El beneficio lo justifica todo: los precios abusivos, una menor calidad suplida con mayor propaganda y salarios bajos. Todo se justifica para tener mayores utilidades, o sea, más dinero en la cuenta bancaria.
El poder político, por otra parte, se convirtió en la droga que motiva y moviliza al comunismo en los diferentes países donde se instaló, usando la bandera de la justicia social muy atractiva en países donde la droga del dinero la sepultó. Tener el poder total pasó a funcionar como la droga “sustituta” que a cambio de la justicia social, como falsa promesa, al apoderarse del poder político y también del poder económico, convierte al ciudadano-persona humana-en un esclavo del Estado que desconoce la dignidad del hombre como hijo de Dios.
Un régimen comunista actúa de esta manera. Lo primero que hace es fomentar el odio de clases para dividir a la sociedad civil y enfrentarla hasta destruirla. Coloca entonces la justicia como meta en su propaganda y así oculta la droga del poder total, que desconoce no sólo la libertad del ciudadano sino todos sus derechos humanos. Se apodera entonces de la Constitución, del Estado de Derecho y de todos los poderes autónomos propios de cualquier democracia y confisca la propiedad privada.
Con estas dos medidas concentra poder político más poder económico, con lo cual el soberano pasa a la condición de “esclavo moderno” engañado con el “mar de la felicidad”. La droga del poder es tan mortífera que el ciudadano termina siendo víctima de la inseguridad, la esclavitud porque no puede ejercer su libertad y también del hambre pues hasta para comer depende de una tarjeta de racionamiento. Es así como la droga del poderío político funciona no a favor sino en contra del pueblo. Esta droga justifica también el control de la soberanía a través del árbitro electoral sometido al único poder que disfrutan estos drogadictos ahora mas conocidos como “los enchufados”, calificativo éste que reúne la droga del dinero con la droga del poder. Dos drogas que son capaces de destruir la vida y la felicidad de cualquier pueblo. La Unión Soviética y Cuba son dos buenos ejemplos. Venezuela debe aprender de ellos para no caer en desgracia.
Después de 50 años de comunismo en Cuba, Raúl Castro expresó lo siguiente: “Hemos percibido con dolor, a lo largo de mas de 20 años de periodo especial, el acrecentado deterioro de valores morales y civiles, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la madurez y la sensibilidad ante los problemas de los demás”. A esto conduce una revolución. A confesión de parte relevo de pruebas.
Dinero y poder son dos drogas
Valentín Arenas Amigó - publicado el 23/07/13
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