Ni tan progresistas ni tan sospechosos, una crítica a la crítica
En los últimos veinte años se ha extendido por no pocos lugares, ámbitos eclesiales principalmente, un acentuado –y maliciosamente intencionado- descrédito de los jesuitas. Que si son muy progresistas, que si sus teólogos son sospechosos… Y en estos comentarios nunca falta el chiste fácil: que si en lugar de Compañía de Jesús debería llamarse “¡Jesús qué Compañía!”.
Si por progresistas se entiende que están en la vanguardia de la misión de la Iglesia, en las fronteras tanto geográficas, como existenciales, culturales o sociales… ¡Es que ese es su carisma! Por otro lado, no conozco otra institución eclesial que sea más conservadora, en tanto en cuanto no conozco otra institución eclesial que tenga tanto que conservar. De los teólogos críticos… bueno, en la investigación teológica una cosa son los avances y otra los retrocesos, y una cosa es el avance fiel a la tradición y al magisterio, y otra es fuera de ambas. Y bajo el paraguas de “crítico” se pueden esconder todas las variaciones posibles de estos conceptos.
A pesar de la crisis no de vocaciones sino de respuestas que no es un problema de los jesuitas sino de toda la Iglesia, y si me apuran, de la sociedad secularizada, Todo el mundo sabe que la Compañía de Jesús es mucha compañía de Jesús, no sólo por la innumerable cantidad de jesuitas en el mundo (más de 17.000); o de profesores (más de 5000 mil) y alumnos (más de 170.000) de sus centros educativos; o de sus casi 2000 parroquias, etc… Sino por un dato difícil de medir, y que para la Iglesia es el más importante: cuanta santidad, cuanta vida entregada, cuántos niños, jóvenes, hombres y mujeres beneficiados por su cercanía, etc… Por ejemplo, la Compañía de Jesús es la institución religiosa que más fundadores eclesiales tiene entre sus filas.
La elección del Papa Francisco, en cuanto americano, pero también en cuanto jesuita, ha sido una de esas bofetadas del Espíritu Santo, entre otras cosas, a tanta majadería, a tanta frivolidad, y a tanto reduccionismo ideológico que ha tenido que soportar y sigue soportando la Compañía de Jesús de algunos hermanos que ni lo de la fidelidad a la verdad ni lo de la fidelidad a la unidad han sido precisamente su fuerte. Aunque a los jesuitas, desde luego, estas cosas ni les quitan el sueño, ni les distraen ni un minuto de su entusiasta misión.