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Lujan: 12 horas de peregrinación que son un compendio del pueblo de Dios

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Esteban Pittaro - publicado el 07/10/13
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Testimonio de 45 kilómetros hasta la Virgen “del Papa Francisco”Se trató de un año muy especial para los argentinos, y la convocatoria a la peregrinación anual más importante al santuario de la Virgen de Luján no desentonó. Medios periodísticos hablan de más de dos millones y medio de personas que caminaron entre 9 y 18 horas para visitar a la patrona de la Argentina.
 
Faltaban ocho kilómetros de caminata, y la señora, más cercana a los 70 que a los 60, venía caminando desde hace 12 horas. Sus pasos eran lentos, potenciados por el peso de su bolsa en la mano izquierda, llena de imágenes para bendecir u algunos de los viáticos de peregrina. En la otra mano, su improvisado bastón. Osar preguntarle el nombre era arrebatarla de su concentración, que hacía de cada paso una oración. Conmoverse con su fe fue suficiente para que el periodista que firma esta nota, que tiene la mitad de los años que tiene esa señora, vea que como los dos millones y medios de compatriotas suyos que caminaban a su lado era posible llegar al bendito destino, la basílica de Nuestra Señora de Luján.
 
Las piernas duelen como nunca una vez que uno camina 40 kilómetros. Los dedos de los pies están infectados y los músculos de las piernas, con suerte, duros como una madera. Sin suerte, como una roca.  La gran mayoría sale anualmente, desde 1975, desde el santuario de San Cayetano, en Liniers, arquidiócesis de Buenos Aires. Desde ese punto, hasta el santuario nacional, la peregrinación juvenil contempla algo más de 60 kilómetros. Desde San Miguel, como optó este peregrino, son “apenas” 45. Para quienes no son atletas sino simples trabajadores tanto 45 como 60 y pico son imposibles.
 
Quienes pretenden aumentar las bibliotecas con libros sobre la visión de Iglesia que tiene Francisco pueden tomarse el trabajo de peregrinar a Luján cada primer domingo de octubre. Se entiende todo con ver que allí no importa la pertenencia a institución eclesial o comunidad, que peregrina a María tanto aquel que prefiere los ritmos del tambor o la cumbia o aquel más tradicional que prefiere la típica canción de Misa. Si alguno prefiere el silencio de la oración personal, acelera el paso y listo. Si no encuentra su espacio en la Iglesia a lo largo de una ruta de 65 kilómetros…
 
Se ven en el camino las distintas periferias que advierte el Papa: la parejita de jóvenes que antes de terminar el colegio ya son papás y caminan con su bebé de menos de un año en brazos pese al frío y el rocío de la madrugada, el discapacitado, los chicos que no pueden dejar de fumar un cigarrillo de marihuana o que no entienden que se puede beber con amigos sin ingerir alcohol (esos probablemente no llegan a la meta), el muy pobre, el muy rico… Todos ellos, y muchos más, comparten con el angustiado y el agradecido, de todas las clases y barrios posibles, el camino hasta los pies de la patrona argentina.
 
La solidaridad de los equipos de apoyo a lo largo de la ruta es permanente. Da igual si es el stand de Comunión y Liberación o el de la juventud salesiana es el que da el aliento y el maté cocido. Las manifestaciones de generosidad a lo largo de más de 70 puestos de apoyo hacen posible la caminata. El masaje, la fruta, el caldo son los aliados más importantes para dar sustento a la Fe necesaria para completar el recorrido, sobre todo en los sectores de la ruta donde la noche no es contrarrestada por ningún farol y el frío empieza a penetrar los abrigos.
 
Además, emociona ver la actividad permanente de los sacerdotes que confiesan y que, a unos 10 km de Luján, bautizan a quienes no han recibido el sacramento de iniciación y se prepararon para hacerlo durante esta caminata. Son 12 horas de peregrinación que son un compendio del pueblo de Dios.
 
Ya en la Basílica, esperando algunas de las misas que durante la madrugada tuvieron lugar en la explanada central, uno tenía la oportunidad de confesarse y ser rociado con agua bendita al visitar la imagen original de la patrona argentina. Eso sí, era fundamental tener cuidado con los cientos de cuerpos que descansaban después de la caminata a lo largo y ancho del imponente templo. En un rincón, junto con otros dos sacerdotes, confesaba monseñor Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires. El confesionario, sencillo y camuflado, es el mismo que usaba hasta el año pasado, el cardenal Jorge Bergolio, su antecesor al frente de la diócesis porteña.
 
¿Tiene que ver la elección de Jorge Bergoglio como Papa con la masividad de esta caminata? Es contundente la alegría que producía ver cada tanto la imagen de quien era el principal impulsor de esta manifestación de religiosidad popular hasta hace unos meses. Y el emocionante aplauso cuando los celebrantes lo mencionaban en las Misas. También la emoción de saber que una gran mayoría de los allí presentes tuvo hasta hace unos meses la posibilidad de ver, escuchar e incluso conversar con quien hoy recibe a decenas de miles en cada acto oficial en Roma. Pero lo cierto es que el orgullo por la elección del Papa no modifica la Fe del pueblo argentino y su amor por la Virgen de Luján. A lo sumo confirma que la Madre cuida a sus hijos, sean obispos (el de Roma que en esta edición no pudo participar, u otro), o simples laicos, todos parte del mismo pueblo fiel de Dios.
 
La Misa presidida por monseñor Poli y concelebrada por cerca de una docena de obispos cerró oficialmente la peregrinación, aunque los peregrinos siguieron llegando por algunas horas más. En su homilía invitó a contagiar la fe y compartió con el obispo de Quilmes, Carlos Tissera, cordobés, la alegría por la reciente beatificación del cura Brochero.

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