Pocos españoles saben que el gran defensor de los indios de Florida tiene una estatua en el CapitolioFray Junípero Serra es el gran misionero de la Alta California, y a su obra se deben la defensa de los indios del lugar, los “pames”, a quienes consideraba sus “hijos” y a los que enseñó el cultivo de productos mediterráneos, como la vid, las técnicas de labranza, la carpintería y albañilería, a tejer, a guisar, a leer y escribir. La labor de Junípero Serra fue de civilización y evangelización al mismo tiempo.
Los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, honraron la tumba del hoy Beato Junípero Serra en su viaje a California, depositando un ramo de laurel junto a la tumba de fray Junípero Serra el 14 de noviembre de 2013, en la misión que él fundó de San Carlos Borromeo en Monterrey. Es un acto de justicia, pues fray Junípero es más conocido en Estados Unidos que en España.
La presencia de Junípero Serra en California fue debida a la expulsión de los jesuitas en el reinado de Carlos III (1767). Los jesuitas habían evangelizado la Baja California, aunque no se conservan apenas sus misiones porque estaban mal administradas afirma fray Zephyrin Engelhardt (TheMission and Missionaries ofCalifornia).
Tras su expulsión fueron enviados en su lugar los padres franciscanos y dominicos, aunque estos últimos tuvieron muy poca presencia en California. El fraile mallorquín había aprendido en los años anteriores el trato con los indígenas trabajando en México.
A la Alta California llegó con el militar Gaspar de Portolá, que estaba al frente de un grupo de tropas para conquistar la Alta California. Portolá era natural de Balaguer. Una vez encontró este que muchos españoles habían enfermado de escorbuto y fray Junípero sufría fuertes dolores en la pierna. Le ofreció llevarlo a México por si se podía curar, pero el franciscano dijo que no, y que si moría que le enterraran allí mismo en la cuneta.
De la extraordinaria labor que hizo fray Junípero Serra dan fe las nueve misiones que fundó y en ellas se ganó la amistad de los indios pames que eran de una raza, al decir de los colonizadores, de muy escasa inteligencia, torpes en las labores manuales y pobres en el entendimiento de las cosas. L
os españoles –alguno de ellos conquistadores con pocos escrúpulos—engañaban a los indios y traficaban con lo mejor de sus productos naturales y vendían los suyos a precios de usura. Fue Junípero Serra quien de golpe decidió reducir a la mitad los precios de todos los productos para que estuviesen al alcance de los indios.
Como curiosidad, cuando llegaron los españoles en California encontraron mucha viña salvaje, cuyas cepas llegaron a España y de ellas se extrajo el vino de misa, según señala fray Agustí Boadas O.F.M., estudioso de las misiones franciscanas.
Con el fin de poderse comunicar con los indios aprendió el franciscano su lengua. Es falso lo que han dicho algunos indios norteamericanos que impuso la lengua española porque está demostrado que el proceso fue al revés. De los indios dijo que “ellos me han robado el corazón”, según atestigua Francis F. Guest, OFM,“Junípero Serra and his aproach to the Indiana”). Tuvo que enfrentarse a veces con el poder político para defender a los indios que decía “son nuestros hijos”.
De entre las misiones que fundó fray Junípero –las misiones eran centros religiosos, culturales y administrativos– están la de San Carlos de Monterrey, San Francisco origen de la importante ciudad actual, la de San Gabriel que luego se transformó en las ciudad de Los Ángeles, San Diego y Sacramento la actual capital de California. Fueron bautizados unos 5.700 indios.
La labor que desarrolló el tenaz fray Junípero Serra –que por cierto no gozó de buena salud lo que no impidió su gran obra- fue reconocida por los californianos hasta el punto que lo propusieron y así se acordó poner una estatua del fraile mallorquín en el Capitolio, junto a los padres de la patria de los Estados Unidos. Junípero Serra es el único no americano que tiene una estatua en el National Statutary Hall del Capitolio.
Fray Junípero Serra era natural de Petra (Mallorca), de padres campesinos y muy pobres, que le pusieron el nombre de Miquel Josep que cambió por el de Junípero (junípero sabina) al profesar como franciscano.
El fraile mallorquín no fue solo un hombre de gobierno que misionó la Alta California, sino también un santo. Así lo han reconocido generación tras generación hasta que Juan Pablo II lo beatificó en el año 1988 en uno de sus viajes a los Estados Unidos.