Bergoglio: “La dulce y confortante alegría de evangelizar”Si la primera Exhortación Apostólica de Papa Francisco, “Evangelii gaudium”, fuese un documento post-sinodal clásico, siguiendo la tradición, debería centrarse específicamente en el tema del Sínodo 2012 dedicado a “nueva evangelización por la transmisión de la fe cristiana”. Se ha dicho sin embargo, que no es correcto el uso de la expresión “post-sinodal”. Para entender mejor deberemos esperar la presentación anunciada para hoy martes 26 de noviembre, aunque si desde hace días circulan las primeras copias del documento, algunas de las cuales fueron entregadas por el mismo Papa a un grupo de fieles en el transcurso de la Celebración Eucarística en la Clausura del Año de la Fe.
La Sala Stampa de la Santa Sede al anunciar la conferencia de prensa para la presentación del documento (con las ponencias de mons. R. Fisichella, L. Baldisseri y C.M. Celli) en lugar de usar la nomenclatura sinodal (“nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”) ha usado otra mucho más extendida y abierta: “anuncio del Evangelio en el mundo actual”. Obviamente no son conceptos contradictorios y antagonistas, sino que son distintos del punto de vista de la óptica de la elaboración, perspectivas a las cuales se abren las reflexiones y por el punto de partida del texto.
Se sabe que el documento del Papa Francisco tiene una estructura que se basa en 4 puntos: a) Anuncio, b) Evangelio, c)Mundo, d) Situación actual, todos son argumentos más que suficientes para dar consistencia y vida a una “casi Encíclica” como han dicho en Twitter algunas personas que han podido ojear el documento.
También se ha dicho que el documento tiene “cuerpo”, “con cas 300 puntos”, muy “bien elaborado ya con una estructura clara y pedagógica”.
Es probable que en el importante documento del Santo Padre estén muchas de las 58 propuestas conclusivas del Sínodo 2012 entregadas como contribución a Benedicto XVI, pero todo con “una lectura bergogliana”, donde destacan palabras muy recurrentes de sus homilías como arzobispo de Buenos Aires cada vez que hablaba de evangelización: “Audacia, celo apostólico e impulsos internos”. En su famosa intervención en una de las Congregaciones generales del pre-cónclave, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio habló de la “dulce y consoladora alegría de evangelizar”.
Estas fueron las palabras del ex arzobispo de Buenos Aires: Se ha hecho referencia a la evangelización. Es la razón de la Iglesia. ‘Conservamos la dulce y consoladora alegría de evangelizar, también cuando es necesario […] que sea anunciado y la Iglesia se implante en el corazón del mundo’ (Pablo VI). Es el mismo Jesús que, desde dentro, nos empuja.
1) Evangelizar supone el celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía (testimonio, ndr) de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a las periferias, no solo geográficas, sino también a las periferias existenciales: donde está el misterio del pecado, del dolor, la injusticia, donde está el desprecio de los religiosos, del pensamiento, y donde están todas las miserias.
2) Cuando la Iglesia no sale para evangelizar, se convierte en autorreferencial y enferma (cfr. La mujer inclinada sobre sí misma de la que habla Lucas en el Evangelio (13,10-17). Los males que, en esta época, afectan a las instituciones eclesiásticas son la autorreferencialidad y una especie de narcisismo teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que Él está a la puerta y llama. Obviamente pienso en los momentos en los que Jesús llama a la puerta desde fuera para entrar… Pero pienso también en los momentos en los que Jesús llama desde el interior para dejarlo salir. La Iglesia autorreferencial pretende tener a Cristo dentro de sí y no lo deja salir.
3) Cuando la Iglesia es autorreferencial, cree involuntariamente tener luz propia. Ya no es la certeza de mirar el mysterium lunae, sino que va hacia un mal muy grave conocido como la mundanidad espiritual (según de Lubac, es el peor mal que le pueda suceder a la Iglesia). La Iglesia vive para darse la gloria los unos a los otros. En palabras pobres hay dos imágenes de la Iglesia: la Iglesia evangelizadora que difunde
“Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans” y la Iglesia mundana que vive en sí y para sí misma. Este análisis debería iluminar los posibles cambios y sobre las reformas que deben ser hechas para la salvación de las almas.
4) Pensando en el próximo Papa, necesitamos un hombre que, desde la contemplación y la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí misma hacia la periferia existencial de la humanidad para que sea madre fecunda de la “dulce y consoladora alegría de evangelizar”.
En todas estas reflexiones resuenan, a menudo, muchos contenidos de otra Exhortación Apostólica dedicada a la Evangelización: la de Pablo VI, “Evangelli nuntiandi”, firmada hace 38 años, precisamente el 8 de diciembre de1975. Este documento fundamental de Papa Montini se abre con estas palabras: “El esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo, exaltados por la esperanza pero a la vez perturbados con frecuencia por el temor y la angustia, es sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad. De ahí que el deber de confirmar a los hermanos, que hemos recibido del Señor al confiársenos la misión del Sucesor de Pedro (1), y que constituye para Nos un cuidado de cada día (2), un programa de vida y de acción, a la vez que un empeño fundamental de nuestro pontificado, ese deber, decimos, nos parece todavía más noble y necesario cuando se trata de alentar a nuestros hermanos en su tarea de evangelizadores, a fin de que en estos tiempos de incertidumbre y malestar la cumplan con creciente amor, celo y alegría”.