Una visita trascendental para la paz mundial y para el futuro del catolicismo en Asia
Lo acaba de confirmar la Santa Sede: el Papa Francisco viajará a Corea del Sur del 14 al 18 de agosto, acogiendo la invitación de la presidenta de la República y de los obispos coreanos. El motivo de este viaje es su participación en la Sexta Jornada de la Juventud de Asia, que se celebrará en la diócesis de Daejeon.
El anuncio de este viaje levanta gran expectación, pues Corea del Sur es una de las naciones más insólitas de Asia. Con una comunidad cristiana floreciente, el país es uno de los gigantes económicos del continente asiático, pero su brillo se ve ensombrecido por la amenazante cercanía de Corea del Norte, uno de los regímenes comunistas más férreos y beligerantes del mundo.
La Iglesia surcoreana redobla desde hace décadas sus esfuerzos por atravesar el “muro de bambú” que separa a ambas Coreas, y poder asistir a su población y especialmente a sus debilitadas comunidades cristianas, en un país en el que poseer una Biblia puede suponer una condena a muerte. Los obispos de Corea han elevado su voz siempre ante las numerosas escaladas prebélicas en la zona. La visita del Papa Francisco se prevé un acontecimiento de gran calado histórico, en lo que supone de refuerzo del catolicismo en Asia y de contribución a la paz mundial.