El libro «Los ojos del otro» presenta la experiencia de 14 encuentros restaurativos entre víctimas y ex miembros de ETA
“Cuando veíamos que iban a entrar las víctimas o los familiares de las víctimas a declarar armábamos mucho jaleo en la pecera para que nos sacasen. ¿Por qué? No queríamos tener que mirarlos a los ojos. No queríamos cruzarnos con su mirada”. Son palabras de ex miembros de la banda terrorista ETA, la mayoría aún en prisión, que han decidido dar un paso adelante y han pedido encontrarse con sus víctimas para poder, muchos años después, mirarles a los ojos e iniciar, aunque sea tímidamente, el camino siempre difícil de la reconciliación.
Su petición fue bien acogida —se dieron en un contexto favorable— y eso dio pie, entre 2011 y 2012, a 14 encuentros restaurativos coordinados por la doctora en Derecho y mediadora, Esther Pascual.
El desafío era que estos encuentros hicieran posible «la disminución o superación del dolor y del sufrimiento de los que han sufrido delitos graves con pérdidas irreparables y de los que los han cometido; para poner cimientos a una construcción sólida de la paz».
Y realmente ha sido así. Esta gratificante experiencia de reconciliación, plenamente satisfactoria tanto para víctimas como para victimarios, se recoge ahora en el libro Los ojos del otro (Editorial Sal Terrae), presentado recientemente en Barcelona.
El objetivo no es otro que ayudar a sentar las bases de un futuro de paz y convivencia en Euskadi. «Creemos que es necesario que se conozcan —explica Pascual— y que se puedan analizar, valorar, criticar, mejorar y, en todo caso, “contagiar”, porque lo cierto es que esta experiencia nos descubre que el diálogo interpersonal es uno de los caminos hacia la paz, hacia la paz con uno mismo y con los demás.»
Reparación y sanación
El trabajo del equipo de mediadores ha sido decisivo para preparar los encuentros, pero sin la colaboración y valentía de las víctimas este pequeño oasis en medio del sistema penitenciario no habría sido posible.
«Las víctimas son seres excepcionales y esto ha permitido el éxito», sostiene convencida Esther Pascual. Una de las que desde el primer momento decidió participar en esta experiencia es Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jauregi, asesinado por ETA en el año 2000.
«Siempre he pensado que todo el mundo se merece una segunda oportunidad —confiesa Lasa— aunque he de decir que, personalmente, no pensaba que el encuentro me aportaría gran cosa. Pero no ha sido así. Cuando él apareció en la salita donde nos encontramos y, después de las presentaciones, nos miramos a los ojos, me di cuenta de lo mal que lo estaba pasando».
Y añade: «Vi que él estaba realmente arrepentido, que se avergonzaba de lo que había hecho y que tenía la autoestima por los suelos. “Todo en mí es malo”, no paraba de repetir. Después de tres horas de encuentro con la persona que más daño me ha causado en la vida, salí de allí con una gran paz interior».
Para el preso Luis Carrasco, con el que Maixabel Lasa se encontró el 26 de mayo de 2011 en la prisión de Nanclares de la Oca, la experiencia también ha sido muy positiva: «Este encuentro me ha permitido reevaluar racionalmente numerosas cuestiones de carácter ético y emocional y acercarme a una realidad largamente eludida, que siempre estuvo allí, de la que durante largo tiempo traté de escapar e igualmente me esforcé por no ver.»
«Afronté el encuentro con miedo y dudas —explica Luis Carrasco en el libro—. Estaba convencido de que, al ser el culpable de un crimen absolutamente reprochable y condenable, el veredicto, esta vez en términos éticos, también sería implacable. Acudí con un solo objetivo: pedirle a ella y a todos los que tanto habían sufrido por mi culpa, perdón. Perdón por el causante de una gran injusticia, por ser el culpable del asesinato de su marido, el culpable de su sufrimiento, el culpable de haber destruido su proyecto de vida en común y sus sueños compartidos…».
Aunque cada uno de lo 14 encuentros ha estado enmarcado en unas coordenadas muy particulares, todos ellos han demostrado que «el encuentro dialogado interpersonal, evidentemente con la preparación especializada imprescindible, entre quien ha causado sufrimiento injusto y quien lo ha padecido, es una posibilidad real y factible, cuyos resultados son enormemente satisfactorios para ambos participantes y, en este sentido, que la reconciliación es posible y deseable en sociedades tan heridas».
Sin ser uno de los objetivos de estos encuentros restaurativos, la experiencia también ha demostrado que el perdón pedido y otorgado cura heridas y allana el camino de la reconciliación.
Fragmento de un artículo publicado originalmente en el semanario Catalunya Cristiana.