Día a día en un Seminario: Oración, estudio y vida en comunidad
Fernando L. Roca Palop, Alberto Sedano Rodríguez y Fernando Rodríguez Fernández, son seminaristas del Seminario diocesano San Cecilio. Freddi Banua Enopia, Carlos Mario Villalobos Sosa y Agustín Palma del Moral, del Seminario misionero Redemptoris Mater. Los seis recibieron este domingo en Granada (España) los ministerios de acólito y lector (Órdenes Menores).
En El Espejo de la Cadena COPE hablaron con Antonio Jesús Pérez, rector del Seminario diocesano San Cecilio que mostró su orgullo “de padre” ante este acontecimiento y ante cómo son los futuros sacerdotes hoy en día: “los seminaristas son chavales alegres, son chavales que viven con pasión su vocación, con sencillez y con normalidad. Son chavales muy normales que quieren entregarle la vida al Señor”.
El Rector del Seminario de Granada muestra el día a día de los seminaristas: oración, estudio y vida en común y cómo están en contacto con el mundo: “Los seminaristas de hoy comparten también la alegría, los sufrimientos y los gozos de los jóvenes y los chavales de sus circunstancias y de su época”.
“Se van acercando a la vida de las parroquias, a las distintas realidades: a la realidad de los enfermos, de los menos favorecidos, van también a residencias de ancianos. También tienen que estar en el mundo, porque son jóvenes del mundo y para el mundo”, explica Antonio Jesús Pérez.
Tres seminaristas de San Cecilio reciben las órdenes menores. Qué orgullo para un Rector, ¿no?
Si, porque uno ve como los frutos de la vocación de estos futuros sacerdotes empieza ya a verse.
¿Cómo estaban ellos?
Estaban muy contentos y a la vez muy tranquilos porque hacen la voluntad de Dios, tranquilos porque dan un sí más en su camino de prepararse para el sacerdocio y sobre todo porque van entregando cada día más la vida a la Iglesia y esto es una forma muy concreta de ir configurándose poco a poco con ese corazón de Cristo Sacerdote.
En el Seminario de Granada se les muestra lo que dice el lema del Día del Seminario: “La Alegría de Anunciar el Evangelio”. ¿Cómo son los seminaristas que tiene a tu cargo? ¿No serán de esos de los que tienen cara de pepinillos en vinagre que diría el Papa Francisco?
Que va, que va. La verdad es que no se puede tener una cara que no sea de alegría. Decía Santo Tomás la alegría es consecuencia del amor y en la vida de un cura o de un seminarista eso se traduce en una cara y en una vida alegre. Tengo que decir con cierto orgullo de “padre”, pero también con franqueza que los seminaristas son chavales alegres, son chavales que viven con pasión su vocación, con sencillez y con normalidad. Son chavales muy normales que quieren entregarle la vida al Señor.
Hablas de normalidad. ¿Cómo es el día a día en un Seminario?
Básicamente en el día a día hay tres pilares fundamentales: Nos levantamos por la mañana y lo primero que hacemos es rezar, estar con el Señor y celebrar la Eucaristía. Luego viene la mañana intensa de estudio, de saborear. El estudio no es simplemente hacer una carrera, sino gustar, saborear el Misterio de Dios, comprenderlo para amarlo más y mejor y poder transmitírselo a la gente. Contemplando el Misterio pasan la gran parte de la jornada del Seminario.
Luego también está la vida de comunión: la fraternidad sacerdotal, que se va viviendo en los quehaceres cotidianos, en el trabajo en equipo a la hora de preparar exámenes, hasta en las cosas más normales de la casa y del día. Son estos tres pilares: oración, estudio y vida en común.
El Papa Francisco en el Ängelus de este domingo nos hablaba del Monte Tabor, de subir con la oración y bajar con la Caridad. ¿Los seminaristas tienen contacto con el mundo?
Claro que sí. El arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez les decía durante la Misa: “Vosotros sois sacerdotes para el mundo y estáis en el mundo”. Justo es eso. Los seminaristas de hoy comparten también la alegría, los sufrimientos y los gozos de los jóvenes y los chavales de sus circunstancias y de su época. De hecho nosotros nos hemos ido de Retiro a una casa en la Sierra con un grupillo de Universitarios que también en estos días querían hacer ejercicios. Nos hemos ido juntos seminaristas y universitarios.
También se van acercando a la vida de las parroquias, a las distintas realidades: a la realidad de los enfermos, de los menos favorecidos, van también a residencias de ancianos. También tienen que estar en el mundo, porque son jóvenes del mundo y para el mundo.
Un año lleva el Papa Francisco. ¿Desde que él es Papa has notado más “lío” en el Seminario?
Sobre todo porque hay como una vitalidad nueva, una frescura. Me acuerdo de la Encíclica de Benedicto XVI. “Deus Caritas est”, en la que el Papa nos decía que el que ama es el hombre entero: el alma y el cuerpo. Pienso que eso es lo que nos está poniendo de relieve el Papa Francisco y lo que nosotros también queremos poner de relieve en la vida del Seminario: Cómo el sacerdote ama con un corazón de carne, con un corazón de pastor, con un corazón que se entrega en los gestos concretos, que no pasa desapercibido ante el sufrimiento humano y eso te da una alegría y una humanidad grande. Eso es lo que vemos en el Papa y eso hace que los seminaristas te vayan metiendo ese “santo lío” que podíamos decir.
