Por qué la autenticidad y la credibilidad siguen siendo valores esenciales para el éxitoAutenticidad, credibilidad,… valores esenciales en el mundo de la empresa. ¿Qué es lo que la Iglesia puede decir? ¿Por qué escucharla y confiar en ella? ¿Qué lecciones podría sacar la empresa por sí misma? El padre Grosjean, capellán general de San Juan de Passy en París y uno de los tres autores de la web Padreblog, fue invitado a desarrollar este tema ante directivos y empresarios en Lille, con motivo de un encuentro organizado por Aurélie Guénant, de la agencia 100 % quali.
En opinión del padre Grosjean, la credibilidad de la Iglesia reposa en una triple fidelidad:
– Fidelidad al mensaje (al producto), en la medida en que el mensaje de la Iglesia –a pesar de los directores de orquesta (los papas) que cambian- es de una estabilidad que sorprende y da seguridad a la vez:
“Cuando la Iglesia quiere decirme algo, no trata de complacerme fácilmente sino que me dice lo que cree, ella, que es verdad. Así, yo puedo estar de acuerdo con ella o no, pero al menos estoy obligado a reconocerle esto. Es profundamente libre en relación a todas las modas y sondeos. Tiene la fuente de lo que piensa que es la verdad… al menos estoy seguro de que no se va a adaptar para complacerme, atraerme, engañarme o seducirme. La Iglesia no es seductora…”, dijo el padre Grosjean.
– Fidelidad a sus ovejas (o a sus clientes), en la medida en que el creyente, el sacerdote o el simple fiel sabe que no le va a dejar:
“En la Iglesia está el derecho al error, no es una familia de perfectos. Esa dictadura de la perfección no se da en la Iglesia. Se da en la empresa, en la sociedad, pero no en la Iglesia, donde se tiene el derecho a ser frágil. Cuando uno es débil tiene derecho a mantener su lugar (la Iglesia de los pobres, en sentido amplio). Es la gracia del perdón… En la Iglesia uno no se reduce a sus actos y todavía menos a sus errores, a las personas siempre se las considera mejor que lo que hacen, que lo que muestran. Podría ser también porque el perdón hace crecer, vincula, hace fiel…”, explicó el sacerdote.
– Fidelidad a una promesa, en la medida en que en la Iglesia existe la gracia de creer que Dios es fiel a sus promesas, que la victoria es segura, y de ahí esa libertad interior y esa paz de poder trabajar a largo plazo:
“En la Iglesia no está el corto plazo. Tiene dos mil años detrás y la eternidad delante. Y la seguridad de que al final es el Buen Dios quien vence… Esto me dice que tengo tiempo y necesito tiempo porque no se hace nada grande sin perder el tiempo. Uno de los valores por tanto a tener hoy es resistir a este corto plazo que empuja a la gente a crecer y expandirse, aceptando perder el tiempo para dar a cada uno tiempo para crecer, para realizarse… -concluyó-. Esta esperanza de creer en la fidelidad a una promesa puede cambiarlo todo”.
Escuchar aquí (en francés) la intervención completa.