El Santo Padre ha dicho que los intelectuales que no rezan y no se abren al mundo tienden al narcisismo
“La filosofía y la teología permiten conseguir las convicciones que estructuran y fortifican la inteligencia e iluminan la voluntad…pero todo esto es fecundo sólo si se hace con la mente abierta y de rodillas” dijo el Papa Francisco este jueves durante la audiencia a estudiantes, personal, autoridades y profesores de la Pontificia Universidad Gregoriana, del Pontificio Instituto Bíblico y del Pontificio Instituto Oriental.
El Papa Francisco pidió a los intelectuales, profesores e investigadores para que que tengan un justo equilibrio entre estudio y vida espiritual. Y por otro lado, se dirigió a la comunidad universitaria y estudiantil para que valorizarán el lugar en el que se encuentran y sobre todo la oportunidad de gozar de la diversidad cultural que se respira en Roma.
El Papa Francisco aseguró que “el teólogo que se complace de su pensamiento” dándolo como definitivo “es un mediocre”. El buen teólogo y filósofo- añadió- “tiene un pensamiento abierto, es decir incompleto” en continua evolución y contemplativo de Dios y la verdad.
Por otro lado, dijo que “el teólogo que no reza y que no adora a Dios acaba hundido en el narcisismo más disgustoso” y esta es una enfermedad que “hace mucho daño” a la Iglesia.
El Papa Francisco llamó la atención sobre los teólogos y los pensadores fosilizados en la academia y no abiertos a la vida de la comunidad universitaria, que se debe considerar como “una familia” hecha de personas y relaciones.
Al respecto, afirmó que “el contacto respetuoso y cotidiano con la laboriosidad y el testimonio de los hombres y mujeres que trabajan en sus instituciones les dará esa cuota de realismo tan necesaria para que vuestra ciencia sea una ciencia humana y no de laboratorio”.
Al inicio del discurso el Papa confirmó el valor histórico del “Consorcio” conformado por las instituciones educativas superiores confiadas a la Compañía de Jesús, antes mencionadas, reunidas por el Papa Pío XI en 1923.
El Santo Padre ha recordado la importante colaboración entre esas instituciones para “custodiar la memoria histórica y, al mismo tiempo”, hacerse cargo del “presente y mirando al futuro… con creatividad e imaginación”.
En el discurso se valoriza la cristiandad histórica de la ciudad eterna que acoge las instituciones confiadas a la Compañía de Jesús. “Hay un pasado y un presente. Están las raíces de la fe: las memorias de los apóstoles y de los mártires; y está el ‘hoy’ eclesial, el camino actual de esta Iglesia que preside en la caridad, en el servicio de la unidad y de la universalidad”.
El Papa valorizó también la diversidad cultural de los estudiantes que provienen de todo el mundo y que estudian en Roma. Esto ofrece “una ocasión inapreciable de crecimiento en la fe y de apertura de la mente y del corazón al horizonte de la catolicidad. En este horizonte la dialéctica entre centro y periferias asume una forma propia, la forma evangélica, según la lógica de un Dios que llega al centro partiendo de la periferia y para volver a la periferia” aseguró.
Francisco pidió que el estudio no sea un cúmulo de nociones desligadas entre sí. Entretanto, dijo que hace falta una verdadera “hermenéutica evangélica” para comprender mejor “la vida, el mundo, a los seres humanos” y no sirve una síntesis “sino una atmósfera espiritual -añadió- de búsqueda y certeza basada en la verdad de razón y de fe”.
El Santo Padre ha recalcado que las universidades pontificias no son maquinas para “producir teólogos y filósofos: son una comunidad en las que se crece y el crecimiento tiene lugar en la familia”.
En este sentido, el Papa pone al centro la relación entre las personas que hacen posible la vida académica y las compara a una familia que es ‘indispensable para crear una actitud de humanidad y sabiduría concretas…que hará de los estudiantes personas capaces de transmitir la verdad en dimensión humana”. Además confirma que si faltan la bondad y la belleza de pertenecer a una familia de trabajo, se termina por ser un “intelectual sin talento, un cultor de la ética sin bondad, un pensador carente del esplendor de la belleza”.