Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
El Papa Francisco nos recuerda en el mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que hoy celebramos, al ser la Ascensión del Señor, que el buen comunicador es aquel que se pregunta –y se responde- quién es su prójimo. Tuve la oportunidad de contarle personalmente al Papa, la semana pasada, que desde el grupo de jóvenes comunicadores Crónica Blanca trabajamos hace años un texto suyo, de cuando era arzobispo de Buenos Aires, que llevaba precisamente este título: “Comunicador: ¿Quién es tu prójimo?”. Las reflexiones bíblicas, teológicas y periodísticas del texto nos llevaron durante todo un curso a responder a esta pregunta de un modo muy concreto, haciendo de esta cuestión un verdadero examen de conciencia de nuestra condición de cristianos en el mundo del periodismo.
Comunicador: ¿Quién es tu prójimo? En primer lugar, el más próximo al comunicador es el receptor de su comunicación, el oyente de la radio (cada uno, persona a persona, no la “audiencia” como realidad genérica), el lector de la prensa, el telespectador, o el navegador de la Red. A él y sólo a él le debemos pleitesía. Trabajamos para responder al derecho que él tiene de informar y de estar informado, bien informado, desde la verdad, la bondad y la belleza que se esconde detrás de toda noticia humana, por mi negativa que sea. Tanto informar como analizar, contextualizar y opinar sobre la actualidad, tiene que ser un acto de amor al prójimo destinatario de esa información.
Comunicador: ¿Quién es tu prójimo? En segundo lugar, también es prójimo en el quehacer comunicativo y periodístico la persona, o las personas, o las instituciones en las cuales hay personas, de la que y de las que informamos. El respeto a la dignidad de la persona nos debería llevar a ser mucho más cuidadosos no sólo a la hora de no confundir rumor con información; no sólo a la hora de no utilizar interesadamente la noticia para desinformar en lugar de informar, que casi siempre lleva consigo un gravísimo prejuicio para las personas que están detrás de la noticia; no sólo para no caer, por Dios, en la difamación, la injuria, y la calumnia, que con la desinformación son para el Papa Francisco los tres grandes pecados del periodista. Sino que además estamos llamados a amar a las personas sobre las que informamos, aún en el caso de que el interés publico nos obligue a decir objetivamente cosas de ellos que no sean agradables. Pero hay una manera de hacerlo en la caridad.
Comunicador: ¿Quién es tu prójimo? Por último, nos queda un tercer prójimo, y ese es el compañero de trabajo, ya sea el del propio medio, ya sea el del medio de comunicación de la competencia, o incluso el antagónico en su línea editorial. Porque el servicio de la comunicación es uno sólo, porque la cultura mediática, resultado de todo lo que hacen los medios, es una sola; y porque lejos de cualquier protagonismo, no hay nada más susceptible de trabajar socialmente, y por tanto coordinadamente, convergentemente, conjuntamente, que cuando se hace un servicio que es a toda la sociedad.
El destinatario de la comunicación, el originario de la comunicación, y el compañero comunicador, son los tres prójimos de la comunicación. Pero de entre ellos hay siempre uno que resalta, que exige una prioridad, una opción preferencia, aquel que más lo necesite, que más necesite de nuestra escucha, de nuestra atención, e incluso de nuestra discreción, porque el comunicador no puede nunca ser como el sacerdote o el levita que pasa de largo ante el que está tirado en la cuneta de la vida, sino que, como nos enseña la parábola del Buen Samaritano, debe ayudarlo hasta el final, debe ser su buen samaritano.