La sola costumbre, aun siendo buena pero desconectada de un bien superior, no mejora nuestra naturaleza
Por "costumbre", en el lenguaje ordinario se entiende usualmente: moda, estilo, forma de vida, posesiones físicas, disposiciones, rutinas, usos sociales, incluso manías, etc., Se trata de comportamientos que se adquieren por la repetición de acciones, y son tan fuertes que las más de las veces se imponen en nosotros, pues estamos como acrisolados en ellos; puede bien decirse que son nuestra segunda naturaleza.
Así, podemos tener arraigadas buenas costumbres como: pasear, hacer ejercicio, escuchar música, convivir con los amigos, leer, entre muchas.
Igualmente pueden estar fuertemente arraigadas las malas costumbres, que siendo estas también una segunda naturaleza en ciertas personas, no son otra cosa que su propia naturaleza caída, y que se manifiestan por ejemplo, en la gran dificultad para dejar de perder el tiempo en la TV varias horas al día, beber o comer en exceso, ser desordenado, no estudiar, no levantarse a la hora correcta, etc.
Las malas costumbres más vale no adquirirlas, pues resulta muy penoso enfrentarse a ellas e incierta con frecuencia la victoria. Con cuánta facilidad se adquieren y que difícil resulta dejarlas…
Igualmente existen las costumbres indiferentes, por ejemplo: vestir de amarillo, azul o verde, tomar un cierto tipo de postre, usar un perfume, etc.
En las buenas costumbres podemos ir a más haciéndolas por virtud, es decir, realizarlas con una intención diferente, dándoles una mayor dimensión, porque descubrimos en ellas valores humanos por los que nos hacemos un bien a nosotros mismos y a los demás.
Para esto, se requiere poner en juego mayor inteligencia y profundizar en dicho bien, así como voluntad para realizarlo. Dejan entonces de ser buenas costumbres rutinarias, para convertirse en acciones con cualidades que mejoran nuestra naturaleza. De esta manera se da la humanización progresiva del hombre como tal, se logra un mayor ejercicio de la auténtica libertad y se es mejor persona.
Dicho de otra manera, la sola costumbre aun siendo buena, pero desconectada de un bien superior, no mejora nuestra naturaleza. Nadie es mejor persona por el mero hecho de usar traje, practicar golf, saber y gustar de buenos vinos, etc.
Tampoco se es mejor sólo por tener dones o cualidades naturales como aptitudes atléticas, belleza, inteligencia, posesiones materiales o por vivir unas costumbres u otras; pero si se es mejor persona por tener más cualidades que dependen de una inteligencia y voluntad que orientan nuestra libertad a lo bueno, lo justo, lo verdadero, para nuestra propia dignidad y la de nuestros semejantes.
Un ejemplo: Podemos practicar un deporte que nos guste y que nos dé también la oportunidad para convivir y desarrollar nuevas amistades, hacernos el propósito de ser puntuales, tener buenas conversaciones, interesarnos por los demás, ser generosos, solidarios etc.
Podemos usar de todos y cada uno de nuestros dones y oportunidades para salir de nosotros sirviendo a los demás, buscando la madurez y la felicidad como puertas que se abren hacia afuera, cuya llave es la virtud.
Por Alfonso Lira Ibarra
Artículo originalmente publicado por Revista Ser persona