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Un párroco, entre los insurgentes del Levantamiento de Varsovia

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Gerardo Rodríguez - publicado el 10/09/14
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La conmovedora historia del padre Mieczyslaw KrygierEn la noche del 4 al 5 de agosto llegó a la iglesia de San Lorenzo un poderoso destacamento de las SS con ametralladoras. En la torre de la iglesia se encontraban los insurgentes, supuestamente como trabajadores empleados en la restauración del templo. Cierto ucraniano informó sobre esto a los alemanes. Esa noche los hombres de las SS no lograron llevar a cabo un registro pues llegó hasta ellos un mensajero en moto y el destacamento se fue de inmediato. Parecía que el peligro al menos por algún tiempo se alejaba.

En la madrugada del 5 de agosto el padre Krygier logró llegar hasta la torre de la iglesia llevando pan y café caliente para los insurgentes. Después de su regreso va a la sacristía, se reviste con una casulla de color rojo y dirigiéndose al altar principal comienza la celebración eucarística.

De pronto, una banda de los SS irrumpe con un alarido en la iglesia. Los alemanes disparan en todas las direcciones, el párroco herido se tambalea y cae al pie del altar. Después de un largo tiempo con el resto de sus fuerzas se incorpora, abre el Sagrario y consume las hostias consagradas… Lo trasladan a la sacristía. Junto con la pérdida de sangre se le escapa la vida. A uno de los insurgentes, el párroco le da como recuerdo su reloj.

El padre Czeslaw Przetacznik, vicario de la parroquia, que fue testigo de la muerte del venerable padre Mieczyslaw Krygier, párroco de toda la vida, consejero espiritual en Varsovia, capellán del hospital Juan de Dios y al mismo tiempo Presidente de Charitas – refiere que el padre Krygier desde hacía años se encontraba participando en actividades conspirativas, en las filas del AK. Mientras aguardaba el estallido de la sublevación ya próximo, recomendó sacar de la casa parroquial los muebles innecesarios, colocar camas suplementarias y juntar medicamentos.

En una palabra: organizó un puesto de socorro para los insurgentes. La cocina estaba equipada con suficientes víveres para la alimentación de decenas de personas durante varios días. El padre Krygier creía que el levantamiento se iba a coronar con una victoria. Ordenó preparar una docena de banderas con los colores rojo y blanco. En el momento de la finalización del levantamiento y de la liberación de la capital, ellas tenían que decorar la iglesia. Desde el puesto de mando del AK en el Distrito de Wola recibió una notificación del comienzo de la hora W. Cuando en las calles comenzaron a resonar los disparos el sacerdote durante horas no se apartó del teléfono, manteniendo un enlace con el puesto de mando del Distrito de Wola, con el sacerdote Budwicz en grado de coronel, capellán en jefe del AK, con el padre Biblia del Distrito de la Capital y continuamente emitía órdenes.

Ante el temor de que las hordas nazis, que irrumpieron en la iglesia, puedan detectar a los insurgentes heridos, el párroco recurrió por vía telefónica a la comisaría XXII de la Policía Azul, en la que muchos policías pertenecían al AK, solicitándole ayuda para trasladar a los insurgentes heridos a un hospital del barrio Wola. Probablemente los alemanes interceptaron esta conversación. En el momento en que los policías salían de la comisaría son rodeados por los alemanes junto al cementerio ortodoxo. Son fusilados 16 policías y dos civiles.

El sacerdote Mieczyslaw Krygier compartió el trágico destino de los miles de sus feligreses, murió como soldado-insurgente, en su puesto. Nota: se emplea el término AK por las palabras en polaco Armia Krajowa (Ejército del País). El mayor ejército clandestino llegando a reclutar de 300000 a 400000 hombres y mujeres. También se lo denomina Ejército del Interior.

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