Sólo con un corazón misericordioso podremos verdaderamente seguir a Jesús. Es lo que afirmó Francisco en la Misa del 11 de septiembre de 2014 en la Casa Santa Marta.
El Papa dijo que la vida cristiana “no es una vida autorreferencial”, si no que es un don, sin egoísmo. Solo así será posible amar a los enemigos como nos pide el Señor.
Amor a los enemigos
Papa Francisco desarrolla su homilía deteniéndose en la cita del Evangelio de Lucas en el que el Señor indica el camino del amor sin límites.
Jesús, dice el Papa, nos pide rezar por quien nos trata mal. Y pone el acento en los verbos utilizados por el Señor:
“Es darse a uno mismo -afirmó- dar el corazón, justo a los que nos quieren mal, los que nos hacen daño, a los enemigos. Y esta es la novedad del Evangelio”.
Jesús nos muestra, de hecho, que no es un mérito si amamos a los que nos aman, porque eso lo hacen también los pecadores. Los cristianos están llamados a amar a sus enemigos:
Cierto, reconoció el Pontífice, el Evangelio es una novedad. "Una novedad difícil que hay que llevar adelante. Pero solo hay que seguir a Jesús”.
¿Y si cuesta demasiado?
Misericordia, no juicio
Jesús, retomó el Papa, nos pide ser misericordiosos y no juzgar. Muchas veces, dijo, “parece que nosotros hemos sido nombrados jueces de los demás: murmurando, juzgamos a todos”. Sin embargo el Señor nos dice:
Y al final nos pide que perdonemos y así seremos perdonados. Todos los días, reflexionó Francisco, lo decimos en el Padrenuestro: ‘Perdónanos como nosotros perdonamos’. Si yo no perdono, ¿cómo puedo decirle al Padre: me perdonas?’”.