Entre las noticias más importantes de la vida de la Iglesia estará sin duda la de la beatificación de don Álvaro del Portillo
Cuando leo en el Evangelio la sentencia de Jesús en la que le dice a los apóstoles que lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo y lo que aten en el cielo quedará atado en la tierra, me viene por pensar en los historiadores y en los periodistas. Sobre todo, en los historiadores de la Iglesia y en los periodistas que hacen información religiosa. ¿Por qué?
Porque me pregunto si la verdadera historia de la Iglesia no deberá ser sólo la que aquí escriben los historiadores (sucesión de los papas, relaciones de la Iglesia con los reinos y los estados, sus obras materiales y apostólicas, etc…) sino, más importante aún que todo eso, la historia de las almas, es decir, la historia de la caridad que queda escondida en el anonimato de quien la ejerce, la historia de la misericordia que se derrama en el sacramento de la reconciliación, la historia de la conversión interior de los corazones, etc… Es decir, los nudos de la historia real de las personas que se mantendrán atados en el cielo, y por tanto, en la historia de la Iglesia que se escribe en el cielo.
Y lo mismo, pero en el contar día a día la actualidad de la Iglesia, me pregunto por la verdadera información religiosa. Como dice un buen especialista en información religiosa ésta no consiste en contar lo que los hombres dicen de Dios, sino lo que Dios dice a través de los hombres. A lo mejor la verdadera noticia religiosa no está tanto en la actualidad eclesiástica, o en el desarrollo externo de las instituciones eclesiales, sino que está en las noticias que protagonizan las almas, es decir, en la experiencia de Dios de millones de hombres y mujeres que nunca serán entrevistados ni siquiera en los medios de comunicación especializados en información religiosa, pero cuyos nombres aparecerán en grandes titulares en el periódico del cielo que no podremos leer hasta poder contemplar la gloria de Dios cara a cara.
Y me pregunto: ¿Habrá sin duda algún punto seguro de coincidencia entre la historia de la Iglesia y la noticia religiosa que escribimos aquí en la tierra, y la historia de la Iglesia y la noticia religiosa que se escriben en el cielo? Y es evidente que si, seguramente en muchas cosas, pero sobre todo y con toda seguridad en una: cada vez que contamos aquí la noticia de un nuevo beato o un nuevo santo, a buen reguardo que también su nombre se escribe en el cielo, porque “lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que atéis en el cielo quedará atado en la tierra”.
Por eso, entre las noticias más importantes de la vida de la Iglesia, la que a buen reguardo sabemos que saldrá también en los telediarios, los boletines informativos, las webs inforamtivas o los periódicos (o lo que sea parecido a ello) en el glorioso Cielo, estará sin duda la de la beatificación de don Álvaro del Portillo, como las de todas y cada una de las beatificaciones y canonizaciones de hombres y mujeres que muestran la rica variedad de experiencias, estilos, carismas y ministerios de aquellos que conforman en más bello jardín de la Iglesia, el de sus santos.