En el Centro Betania, el Papa reflexiona sobre la bondad, como respuesta ante las ofensas recibidas
Junto a los niños y adolescentes necesitados de Albania, el Papa Francisco reflexionó sobre el valor del bien y sobre cómo es posible la convivencia pacífica y fraterna entre personas de distintas etnias y diversas confesiones religiosas.
“En lugares como éste, todos confirmamos nuestra fe, se nos hace más fácil creer, porque vemos la fe hecha caridad concreta”, comenzó su discurso el Papa, que recordó que en centros como el que visitó, el Centro Betania, se demuestra que “las diferencias no impiden la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua”.
“Quien cultiva la bondad en su interior recibe a cambio una conciencia tranquila, una alegría profunda aun en medio de las dificultades y de las incomprensiones”, explicó el obispo de Roma: “Incluso ante las ofensas recibidas, la bondad no es debilidad, sino auténtica fuerza, capaz de renunciar a la venganza”.
El bien, fue el núcleo de su discurso y destacó que el bien “paga infinitamente mejor que el dinero, que nos defrauda porque hemos sido creados para recibir y comunicar el amor de Dios, y no para medir las cosas por el dinero y el poder”.
A los jóvenes allí presentes, quiso llevarles un secreto, el secreto de una existencia plena: “amar y entregarse por amor”. “Así no asustan las opciones de vida definitivas, que aparecen, a su verdadera luz, como un modo de realizar plenamente la libertad personal”.
Finalizó su intervención pidiendo a todos los que trabajan en el Centro Betania que “continúen con confianza sirviendo al Señor en los pobres y en los abandonados, y pidiéndole que los corazones y las mentes de todos se abran al bien, a la caridad operante, fuente de auténtica alegría”.