Esta pregunta crucial sólo encuentra respuesta satisfactoria en JesúsEsta pregunta invita al ser humano a reflexionar sobre su propia identidad; es decir: ¿Cuál es el sentido de su vida y existencia? ¿Qué hace aquí? ¿Para qué nació y para qué vive? Son preguntas fundamentales que toda persona tiene en lo más hondo de su ser y que vale la pena que sean respondidas con sinceridad.
Resulta importante señalar que hoy en día en nuestro mundo secularizado hay muchos que se niegan hacerse dichas preguntas y cuestionamientos.
Reflexionar sobre la propia identidad es responder a los cuestionamientos hondos que todo ser humano tiene en lo más profundo de su ser. Desde siempre en el mundo se ha intentado responder a estas preguntas, pero son muchas las maneras de responder al sentido de la vida del hombre.
En la sociedad actual son muchos los modelos de vida sin Dios, la fe de muchos es puesta a prueba. Dichas respuestas falsas o parciales dejan al hombre insatisfecho y sin una base sólida para su vida y decisiones. La experiencia del vacío existencial lo demuestra.
Dicha pregunta crucial para el ser humano sólo encuentra su respuesta en el Señor Jesús, “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6); en Él «se aclara verdaderamente el misterio del hombre», Él «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre su altísima vocación» (Gaudium et Spes, 22).
Se trata entonces de buscar encontrarse con el Señor Jesús para conocerlo y amarlo. Este encuentro lleva al ser humano al conocimiento y encuentro personal plenificante, así como el recto amor de uno mismo.
Resulta fundamental que el hombre se relacione con Jesús como lo que es, una persona concreta que sale a su encuentro, que lo llama, lo convoca, lo invita a ser su amigo.
Y es que el conocimiento personal no se puede reducir a algo simplemente psicológico. El conocimiento personal parte del conocimiento de Dios e implica reconocer al ser humano como unidad bio-psico-espiritual.
Hoy en día el hombre vive alejado de Dios y de él mismo, vive muchas veces alienado y despersonalizado, huyendo de sí mismo y del Ser supremo. No es raro que utilice máscaras, que se aferre a roles y que el estudio o el trabajo lo esclavicen. Con asombro presenciamos nuevas adicciones de distinto tipo.
La pregunta ¿Quién soy yo? es una invitación a plenificar la existencia viviendo la libertad, la autenticidad y el amor a Dios, a uno mismo, a los demás, y al universo entero.
Por Humberto Del Castillo Drago
Artículo originalmente publicado por Centro de Estudios Católicos