“Vitor la Purísima Concepción de María Santísima concebida sin mancha de pecado original , ¡Vitor! ¡Vitor” es el grito ensornecedor de un pueblo. Un grito de amor hacia su madre, hacia la Inmaculada, que une a toda una pequeña localidad, a Horcajo de Santiago (Cuenca).
Un pueblo de España donde, mucho antes de que se proclamara el Dogma de Fe ya se proclamaba la inmaculada concepcion de la Virgen. Un grito que pasa de generación en generación y que nunca dejará de ser pronunciado.
El 8 de diciembre de 1.854 Pío IX, definió el dogma de la Inmaculada Concepción en su bula "Ineffabilis Deus" con estas palabras:
Elementos particulares de esta fiesta
El gran protagonista del “Vitor” es el estandarte. Es el signo visibble de la inmaculada y es el signo de unidad, de amor y de fervor en la aclamación.
Todos los habitantes de Horcajo de Santiago se unen y miran hacia el Estandarte para la proclamación del Dogma de la Inmaculada. El estandarte saldrá en procesión el día 7 de diciembre, bien entrada la noche y volverá a la parroquia al día siguiente, el día de la Inmaculada Concepción, bien entrada la mañana.
Se trata de casi 24 horas de proclamación de fe, de devoción, donde el Estandarte visitará todas las calles, las casas y los lugares de la localidad.
El estandarte es llevado a caballo por tres devotos. Una simbología de la época y el lugar, cobijado durante siglos por la Orden de Santiago. Tres jóvenes paserán el estandarte por el pueblo y montados a caballo hacen público la enseña, la proclamación de la fe.
Tres jóvenes que tardan años en prepararse ante tal reto; y es que son muchos los que realizan una promesa, agradecen a la Virgen su cobijo o representan a sus familiares en tal honor.
Serán los “caballeros de la Virgen”, que siendo seglares representan a todo un pueblo y a toda una historia de defensa de una fe, que aún antes de ser proclamada Dogma se encontraba inserta en su propio ADN.
Mientras Pío IX en 1848 instituía una Consulta de 20 teólogos a los que sometía la cuestión sobre la definibilidad de la Inmaculada, en un pequeño pueblo de Cuenca, en España sus habitantes ya proclamaban incesamente su inmaculada concepción. Es la importancia del “sensun fidelium” o cómo el sentimiento sobrenatural de la fe de todo el pueblo muestran como una verdad revelada no puede errar. Es infalible.