El Santo Padre en su cuarto día y última misa en Filipinas, exhortó a los fieles a evangelizar
Seis millones de personas vestidas con sus impermeables han participado este domingo 18 de enero a la Santa Misa en el Rizal Park, Manila, precedida por el Papa Francisco, sin importar el mal tiempo y en un ambiente de fiesta y solemnidad.
En su homilía en idioma ingles dijo que “quien no acoge el reino de Dios como lo acoge un niño no entrará en éste” y mostró su desaprobación a las “estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción”.
Así, indicó que el ‘plan de Dios’ se cumple a medida de que las personas no se resignen al mal. “El diablo es el padre de la mentira. A menudo esconde sus engaños bajo la apariencia de la sofisticación, de la fascinación por ser «moderno», «como todo el mundo»”.
El Pontífice sostuvo que la familia “necesita ser protegida de los ataques y programas insidiosos, contrarios a todo lo que consideramos verdadero y sagrado, a lo más hermoso y noble de nuestra cultura. Y tenemos que cuidar a nuestros jóvenes, no permitiendo que les roben la esperanza y queden condenados a vivir en la calle".
Filipinas es el primer país católico en Asia y el Pontífice exhortó a los fieles a ser misioneros en el Continente que Juan Pablo II en 1995 señaló como la frontera del tercer milenio para la evangelización.
En este sentido, manifestó: “los filipinos están llamados a ser grandes misioneros de la fe en Asia” e invocó al Santo Niño para que bendiga al país.
Al final de la celebración eucaristica, el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, le agradeció al Santo Padre en nombre de la arquidiócesis de Manila y de los millones de filipinos reunidos allí; en nombre de todas las autoridades y benefactores que trabajaron para esta visita; y de los filipinos que ha confirmado en la fe" en nombre de ellos en español les dijo: “muchísimas gracias”.
En una despedida conmovedora, aseguró el Cardenal Tagle: “Los filipinos rezaremos por usted, porque Jesús mismo reza por usted”. Y luego, aseveró: “Mándenos como misioneros de la luz, la luz de Jesús”.
El Papa Francisco después se concedió a la multitud dando una vuelta en el papamóvil que fue construido como vehículo típico de las filipinas, un jeepney. Esto para indicar que el Papa es uno más del pueblo filipino, que todas las mañanas sube a estos vehículos populares para ir a trabajar.