En el aniversario de la liberación de los prisioneros del campo de exterminio…Se cumplen años de la de la liberación de los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz. Quienes lo hemos visitado no lo podremos olvidar nunca.
Nadie en su sano juicio se atreve a romper el silencio. Y a nadie normal, como recordaba un día Luis del Val, le apetece comer nada en la cafetería que hay a la salida, aunque sólo sea para no vomitar.
En Auschwitz el maligno encontró en los nazis los mejores aliados de la historia para humillar y aniquilar al ser humano, del modo más horrendo posible.
La muerte en Auschwitz
Ellos intentaban matar el alma y no sólo el cuerpo de sus prisioneros.
Los hacían sobrevivir como animales antes de matarles –haciéndoles comer, defecar y doblegarse como animales-, cuando eran ellos los que se habían convertido en animales feroces e irracionales.
Pero no lo consiguieron. Auschwitz es la realización histórica de la propuesta de Cristo:
“No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno”.
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Libertad interior
En el infierno de Auschwitz muchos se dieron cuenta. El prisionero 119.104, el filósofo y psicólogo Victor Frankl, tuvo que replantar todo su pensamiento a partir de la vivencia personal y de la observación de la de sus compañeros de tormento.
En las circunstancias de mayor privacidad de libertad exterior, más claramente se descubre el don de la libertad interior, del valor humano del sufrimiento, y de la necesidad radical de transcendencia. Decía:
“La máxima preocupación de los prisioneros se resumía en una pregunta: ¿sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos esos sufrimientos carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente me angustiaba era esta otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida”.
Frankl nos dejo un magnífico legado de su paso por Auschwitz: si sabes dónde está tu alma, ni el mismo infierno podrá arrebatarla. Si no la haces caso, cualquier mal puede hacerte descender a los infiernos.
Hasta los que murieron en las cámaras de gas fueron liberados de Auschwitz. Es probable que sus verdugos sigan allí, en el infierno sin fin del que Auschwitz era un espejo.
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