El martirio de los cristianos no es algo del pasado, sino que muchos son víctimas también hoy “de gente que odia a Jesucristo”.
Es la dolorosa constatación del papa Francisco en la homilía de la Misa de la mañana en Casa Santa Marta, al final de una intensa meditación sobre la vida y la muerte de Juan Bautista.
La parábola del “Gran Juan” en primer plano y, apenas detrás, el agudo dolor por los muchos cristianos aún hoy llevados al matadero, porque su vida anuncia la de un Dios que otros odian.
Martirio de Juan Bautista
Es una de las homilías de Santa Marta más conmovedores esta en la que el Papa sigue la página del Evangelio de Marcos que narra el fin trágico de Juan Bautista.
Él – subraya Francisco – que “nunca traicionó su vocación”, “consciente de que su deber era sólo anunciar” la “proximidad del Mesías” – consciente de ser “sólo la voz”, porque “la Palabra era Otro” – “acaba su vida como el Señor, con el martirio”.
Es sobre todo cuando acaba en la cárcel por mano de Herodes Antipas, cuando “el hombre más grande nacido de mujer” se vuelve, observa Francisco, “pequeño, pequeño, pequeño”.
Primero probado con “la oscuridad del alma” –cuando duda de que Jesús sea aquel al que ha preparado el camino–.
Después, cuando para él llega el momento del fin, ordenado por un rey fascinado y al mismo tiempo perplejo por Juan.
Un final que el Papa se detiene a considerar con realismo.
Un impactante final
Mártires de hoy
“Cuando leo este pasaje –afirma el Papa– os confieso que me conmuevo” y pienso siempre “en dos cosas”:
El propio abajamiento existencial
Además, prosigue el Papa, este hacerse pequeño de Juan el Grande “continuamente hasta la nada” me hace pensar, dice, “que estamos en este camino y vamos hacia la tierra, donde todos acabaremos”. Me hace pensar en “mí mismo”.
Y esto, al menos a mí, me hace rezar para que este anonadamiento se parezca lo más posible a Jesucristo, a su abajamiento”.