José no dejó que su esposa abortara, amó a su hijo discapacitado incluso antes de que naciera
Cuando Elkier estaba dentro del vientre de su madre, a los siete meses de gestación, un examen rebeló que tenía hidrocefalia y una malformación ósea de la columna. José Rosa das Neves, entonces, oyó a la esposa decir: “El médico quiere hablar contigo. Voy a tener que abortar”. Pero el padre pensó que eso era absurdo y no fue al consultorio: “Independientemente de cómo viene, yo lo voy a cuidar”.
Años después, la esposa de José Rosa pidió el divorcio, salió de casa y lo dejó a cargo de los tres hijos: Elkier, Ildyne e Iran, de sólo nueve meses.
“Cuando me quedé solo con los niños sufrí, lloré, no sabía que hacer. Fue el peor momento de mi vida. Pensé en lo peor. Al final uno siempre piensa lo peor”, recuerda José Rosa.
A pesar de las dificultades, José Rosa se empeñó en criar a sus hijos de la mejor manera posible. Cuando creció un poco más la hija, Ildyne lo ayudó a cuidar de Elkier, y eso contribuyó a que José consiguiera un trabajo.
José Rosa siempre practicaba deporte, en especial, en maratones. En 2013 decidió correr por primera vez con Elkier, empujando su silla de ruedas.
“Decidí empujar la silla en un maratón en 2013. Cada vez que pasábamos frente a la gente, él se quedaba feliz con los aplausos. Aquello era demasiado. Yo pensaba que cambiar el pañal era bastante, pero aprendí que el deporte también es muy grande. No estoy aquí sólo para dar de comer, bañar. Quiero caminar, salir, viajar, ir a varios lugares con él”.
A finales de 2014, a pesar de no tener el equipo necesario para realizar la prueba de ciclismo, José Rosa (46 años) y Elkier (21 años) participaron en un duatlón y en un triatlón.
En 2015, José Rosa consiguió un carrito adaptado para bicicleta, y una amiga le dio un bote, para empujar a Elkier durante la natación. Este mes de marzo de 2015, el dúo ha completado el Sesc Triatlón Caoibá, en Paraná. Elkier nunca quiere quedar atrás, es muy competitivo y le gusta dejar atrás a los adversarios.
“Cuando pasamos junto a alguien durante la carrera, mueve los brazos y vibra, poniendo la mano en la cara y riendo. ¿A quién no le gusta que le hagan fiesta, y ser el centro de atención? Él consigue expresar sus sentimientos. En las carreras que he hecho con él, esa alegría ha sido evidente”.