La misericordia, la oración, el discernimiento, las periferias… claves jesuíticas del Papa
José Antonio Medina Pellegrini acaba de publicar el libro Soy Jesuita, soy hijo de la Iglesia, claves teológico-ignacianas de Jorge Mario Bergoglio.
Se trata de una reelaboración de su destino en la que estudia los textos del Papa Francisco antes de ser elegido Pontífice y donde el autor investiga sus textos para encontrar la espiritualidad ignaciana que lo define.
Cuando han pasado dos años de su elección como Papa Francisco, en el programa El Espejo de la cadena COPE, el padre José Antonio Medina explica algunas de las claves del pensamiento de Bergoglio: “Si buscamos una clave hay que poner en mayúsculas, negrita y subrayar la Misericordia de Dios” y sus similitudes con san Ignacio de Loyola.
El Papa Francisco nos acaba de regalar un Año Santo de la Misericordia. ¿Es la Misericordia la clave de su vida? ¿Cuántas veces habló de ella antes de ser Papa?
Creo que la Misericordia de Dios expresada en Jesucristo como Redentor del hombre ha sido el leitmotiv de toda la etapa previa del Papa Francisco como sacerdote jesuita, obispo, arzobispo de Buenos Aires, cardenal primado y hoy como Papa.
Es esa música de fondo que le va acompañando en todo su ministerio. Son estas ideas que hoy, como Papa, repite porque esta convencido y quiere que se grave a fuego en nuestra conciencia. Nosotros tuvimos la oportunidad de escucharlas cuando era arzobispo de Buenos Aires: Dios perdona siempre, no se cansa de perdonar, la confesión es un encuentro con Jesús y su misericordia….
Si buscamos una clave hay que poner en mayúsculas, negrita y subrayar la Misericordia de Dios.
Entonces muchos de sus discursos, de sus homilías de Santa Marta que tantos nos sorprenden… A tí, José Antonio, no te sorprenden porque ya hablaba de estas cosas…
Un obispo de Buenos Aires decía: algunos le critican que siga diciendo las mismas cosas y para nosotros que le conocemos es nuestra clave para seguir creyendo en su autenticidad. Se repite porque es fiel a sí mismo, es fiel al Señor, y esas ideas fundacionales de su ministerio como sacerdote siguen siendo sus ideas fundacionales del Papado. Ahora hay una diferencia, lo que antes decía vestido de negro, desde hace dos años lo hace vestido de blanco.
El libro que presentas se titula Soy Jesuita, Soy hijo de la Iglesia, ¿en qué se le nota al Papa Francisco que es jesuita?
En este libro yo me animé a rastrear, en los 28 libros que se publicaron con su magisterio previo a ser Papa, las claves ignacianas en sus palabras.
Junto con la misericordia, el Papa es un hombre de discernimiento espiritual, de profunda amistad con Jesús, de profunda oración.
En esa oración, en esos momentos de casi tres horas por la mañana, ahí está el discernimiento de su Magisterio y todo lo que con tanta sabiduría y novedad nos presenta a diario, un hombre que en la oración discierne con el ojo de la mirada que tiene que ser puro y recto, lo que el Espíritu Santo le pide a la Iglesia en cada momento.
¿En qué se parecen el Papa Francisco y san Ignacio de Loyola?
Se parecen en ser hombres de oración, enamorados de Jesucristo, apasionados por el Evangelio, de profundo discernimiento espiritual y con un amor a la Iglesia que contagia. Hombres que han escrito, tanto san Ignacio como el Para Francisco, la historia de su vida con la pasión de una sangre entregada por Jesucristo en su día a día.
Otros temas de los que también habla el Papa Francisco son la mundaneidad y las periferias… ¿algo muy jesuítico?
El Papa lo tiene muy claro: la Iglesia hoy en este tiempo tiene que ser de puertas abiertas. No solamente para entrar, sino para salir a buscar al hombre en todas partes y con especial atención en esas periferias que son físicas y existenciales.
Tenemos que salir a buscar al hombre con una advertencia: cuidado con el espíritu del mundo que se puede colar en el alma, en nuestra intenciones y puede echar por tierra todo intento de nueva evangelización.