Una cosa es amar al hombre y otra poner la esperanza en el hombre, hasta tal punto que Dios manda lo primero y prohíbe lo segundo #SanAgustin
(Catequesis a los Principiantes 25,49).San Agustín es certero. Lanza su pensamiento como un dardo que da justo en medio de la diana. Confundimos amar a nuestro hermano con poner las esperanzas en nosotros. Pensamos que que todo lo podemos por nosotros mismos y no cabe duda que la ciencia y la técnica son capaces de maravillas increibles. Pero toda estructura humana, que se base en nosotros mismos, es una Torre de Babel imposible de sostener. Sólo puede seguir adelante por medio de la fuerza y cuando ya no somos capaces de imponerla a los demás, se cae a pedazos, trayendo mucho sufrimiento y desesperanza.
Semana Santa es un tiempo especialmente idóneo para mirar cómo las utopías humanas se destruyen a sí mismas. La multitud que clama para que suelten a Barrabás es un éxito de marketing del poder. Pero la mano de Dios es capaz de cambiar el sufrimiento por felicidad y la oscuridad por Luz. La muerte más injusta, muerte de Cristo, da lugar a la redención. ¿Que ser humano es capaz de sacar un bien infinito de el crimen más horrendo? ¿Que gobierno de mundo es capaz de trabajar sin engañarnos para que creamos que lo que nos ofrece, es lo que necesitamos? ¿Cuántos Pilatos andamos por las calles preguntando qué es la Verdad?