Asistiendo a la misa de Pascua y renovando en ella las promesas de nuestro Santo Bautismo, junto a la confesión, comunión y oración por el Papa
El Domingo de Pascua todos los católicos podemos ganar para nosotros mismos o para los fieles difuntos el don de la Indulgencia Plenaria.
La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que el fiel cristiano, debidamente dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos.
La indulgencia plenaria libera totalmente de la pena temporal que debemos por los pecados.
Para entender el valor de las indulgencias, es preciso recordar que el pecado tiene una doble consecuencia: eterna y temporal.
El pecado grave nos priva de la amistad con Dios y nos hace incapaces de la vida eterna, esto se llama “pena eterna”; el pecado venial, perturba el orden universal dispuesto por Dios, por lo tanto, afecta no sólo al pecador sino a toda la comunidad humana, lo cual se llama “pena temporal”.
Así, es necesario, no sólo recuperar la amistad con Dios por medio de una sincera confesión, sino también restaurar plenamente todos los bienes personales, sociales y los relativos al orden universal, destruidos o perturbados por el pecado.
De modo que cuando nos confesamos se nos perdona la culpa, pero aún hay que pagar por la deuda de nuestros pecados, lo cual se hace a través del sufrimiento ofrecido a Dios aquí en la tierra o en el purgatorio, después de la muerte.
Lo que hace la indulgencia es pagar en parte o totalmente dicha deuda.
Consecuentemente, la posibilidad de ganar una indulgencia tiene un valor incalculable que los cristianos debemos aprovechar, en toda ocasión.
Esta gracia se puede obtener de varias maneras y varios días especiales, entre ellos el Domingo de Pascua, siempre que los fieles cumplan con las siguientes condiciones: Confesión sacramental (puede ser previa a estos días), Comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice, además de la exclusión de todo afecto al pecado, incluso venial.
¿Cómo ganar la indulgencia plenaria el Domingo de Pascua?
Junto a las tres condiciones mencionadas, asistiendo a la celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) o a la Misa Dominical de Pascua y renovando en ella las promesas de nuestro Santo Bautismo.
También recibiendo (en directo o a través de algún medio de comunicación) la bendición Urbi et orbi que imparte el Papa al mediodía en el Vaticano.
Artículo publicado en el semanario Desde la fe