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¿Es correcto seguir yendo a la iglesia si no comparto la doctrina católica?

MAN HANDS
Toscana Oggi - publicado el 20/04/15

¿Qué debo hacer si ya no estoy en sintonía con el Magisterio de la Iglesia?Siempre he acudido a la Iglesia, para mí es importante, me costaría mucho renunciar a ir a misa o a otras actividades de la parroquia, y con mi mujer intentamos educar así a nuestros hijos. Pero en muchas cosas no me siento en sintonía con la doctrina católica: cuestiones de moral, cuestiones teológicas, sacramentos, organización jerárquica… ¿Es correcto que siga yendo a la iglesia, o debería renunciar, reconociéndome fuera de la comunión eclesial?

La respuesta está adaptada por Aleteia de la original del padre Athos Turchi, profesor de filosofía en la Facultad teológica de Italia central, publicada en Toscana Oggi.

Las divergencias me parecen notables, pero al no especificarse las cuestiones, no es fácil decir si es correcto o no.

Una cosa es decir que no estoy de acuerdo con comer pescado el viernes, y otra decir que Dios no es Trino.

Si las divergencias se refieren a cuestiones de fondo, como parece el caso, es correcto preguntarse si en realidad uno cree en esa religión, como dice el lector.

Pero el problema, tal y como lo escribe el lector, está mal planteado, porque uno, ante una religión, no debería acercarse así: ¿puedo compartir todo o poco?

Hay un problema previo que el seguidor debe plantearse: ¿Qué es una religión y qué puede ofrecerme? ¿Qué busco en una religión y a dónde quiero llegar con ella?

Es erróneo acercarse a una religión como el que busca una pertenencia a un área política, cultural, social o de casta.

La religión no puede dar estas cosas porque las trasciende y prescinde de ellas, y tampoco puede ser flexible o cambiar en base a las opiniones, pues no tiene una dimensión evolutiva, sino salvífica.

Pongo un ejemplo: si la religión dice que uno se salva viviendo honradamente, luego no puede cambiar y decir que uno se salva si roba.

Es como si un socorrista dijera que uno se salva con el flotador, pero que también vale un yunque: está claro que algo no funciona. Una religión contradictoria de desacredita y se destruye a sí misma.

Pero si la persona busca una comunión con Dios para la salvación eterna de este mundo material, y para hacerlo está dispuesta a seguir una doctrina y una praxis efectiva, estamos en la perspectiva correcta.

La actitud de buscar a Dios y la salvación es diametralmente opuesta de quien toma de la religión “lo que le apetece”, como si fuera un supermercado.

En otras palabras, no se puede decir yo soy cristiano pero vivo como un budista, sería un contrasentido, como decir soy vegetariano pero como carne.

Uno puede hacerse una religión a su medida, incluso. Pero esa religión no sería el cristianismo.

Si por ejemplo, la fe cristiana enseña que la vía de la santidad es el matrimonio indisoluble y uno no está convencido de ello, es libre de cambiar a una religión que lo niega.

Pero en las religiones, el contenido salvífico no puede cambiarse, aunque la forma de proponerlo sí pueda adecuarse a cada época.

Por eso, el problema que plantea el lector deberá resolverlo por sí mismo. Tendrá que hacerse estas preguntas: ¿qué espero de la religión y, concretamente, de la religión cristiana? ¿Me convencen sus contenidos, sus formas, su método y sus fines… ?

Si uno desea sólo pertenecer a una “cultura” cristiana, está claro que no le interesa la salvación, sino el “pensamiento” cristiano, en este caso se adhiere a la parte que le interesa. Pero esto no es el cristianismo.

Pero si un fiel desea la vida eterna traída por Cristo, entonces la actitud es la de adhesión personal, aunque haya contenidos de la fe que necesite profundizar para comprender mejor, y para ello necesite tiempo y una formación o acompañamiento adecuados.

En resumen, el problema está en qué pretende esta persona de la religión. Una religión no es una teoría política, ni un movimiento social, ni una organización civil, sino un mensaje de salvación hacia una trascendencia que supera la historia y el mundo.

Así, los siete sacramentos son los instrumentos que Dios mismo nos propone para la comunión con Él: sería ridículo e insensato decir que vale igual bautizarse que no, las uniones libres que el matrimonio, matar o no matar, obedecer al obispo que no hacerlo, etc.

Por tanto, el lector debe valorar: qué quiere o desea en la vida, debe ver si encuentra ese sentido en la religión cristiana, debe decidir qué hacer o de qué parte estar.

 

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