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No creo en el diálogo con los musulmanes. ¿Es eso pecado o herejía?

Gelsomino del Guercio - publicado el 04/05/15

Hablamos de los aspectos “dogmáticos” del principal documento sobre las relaciones entre la Iglesia y el islam, la Nostra Aetate
Si la "Nostra Aetate" representa la piedra angular de cómo un cristiano debería ver la islam y a los musulmanes, si alguien no está de acuerdo o no quiere seguir estas indicaciones, ¿comete herejía? ¿Comete pecado?
 
El informe de Aleteia sobre "¿Cómo dice la Iglesia que hay que tratar con los musulmanes?" – que contiene un recorrido por los pronunciamientos de la Iglesia sobre la relación con el islam – se concentra ahora sobre la que se considera la Carta Magna del dialogo interreligioso.
 
Nostra Aetate no es una declaración dogmática
 
“Lo primero que hay que decir – explica Philip Goyret, profesor de Eclesiología en la Pontificia Universidad de la Santa Croce – es que no es una “declaración dogmática", en el sentido de definir como dogma algo antes no definido como tal”.
 
“Se puede decir también que la perspectiva dogmática no es la predominante: el documento se ocupa más de describir a las demás religiones (hinduismo, budismo, islam, judaísmo) y de afirmar la necesidad de apreciar sus elementos positivos, de trabajar juntos por el bienestar de la comunidad humana y del respeto mutuo”.
 
Rayo de verdad
 
El elemento de contenido dogmático relevante, subraya Goyret, “es la afirmación "La Iglesia católica no rechaza cuanto de verdadero y santo hay en estas religiones", que "no raramente reflejan un rayo de esa Verdad que ilumina a todos los hombres" (n. 2). Al islam ("La religión musulmana") se le dedica todo el n. 3, en dos párrafos: el primero es descriptivo, en el segundo se exhorta a olvidar las disensiones, a tener comprensión y a trabajar juntos por los valores comunes”.
 
Pecado y herejía
 
Por tanto, no aceptar la Declaración, subraya el profesor de Eclesiología, “no es motivo de herejía como tal, dado que no estamos en presencia de un magisterio infalible, ni de uno definitivo. Pero es magisterio, incluso solemne, y por tanto hay que adherirse a él con el obsequio de la fe’, como dice la Lumen Gentium n. 25.
 
Peca, por tanto, quien lo desprecia, aunque no esté ipso facto excomulgado”. Esto no quita que, en una atmosfera de respeto, “sea legítimo preguntarse si es oportuna (o no) una actitud más distante. El propio magisterio ha cambiado de actitud más de una vez en este tema”.
 
No se puede tachar de cismático
 
En resumen, el tipo de relación (belicosa, cordial, indiferente, dialogante, etc.) entre católicos y musulmanes ha cambiado durante la historia, también a nivel magisterial. 
 
“Si un católico, en este momento, sostiene que los cristianos, en lugar de dialogar con los musulmanes, debería guardar las distancias (otra cosa es fomentar actitudes de odio, o de desprecio o rechazo al Magisterio, lo cual es claramente contrario a la fe cristiana, n.d.e.) – concluye Goyret -, no haría otra cosa que decir algo que afirmaba la autoridad eclesiástica en otros momentos históricos. No se trata, por tanto, de una cuestión de fe, y con el debido respeto a la actual tendencia del Magisterio, un católico podría tener esta postura sin ser tachado de cismático”.

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