Esta manera de ver la vida está llevando a que muchas mujeres se sientan agobiadas y pierdan de vista cuál es realmente la meta
El mes de mayo es una oportunidad para hablarle a la mujer real, aquella que lucha por sacar adelante sus proyectos y ambiciones en todos los aspectos de su vida.
No hace falta explicar que formar un hogar, construir una familia, educar a los hijos, constituir un buen matrimonio y hacer que la vida funcione, es una tarea de titanes. Y si al panorama le sumamos la responsabilidad de cumplir en un ambiente laboral demandante y exigente, el escenario se complica aún más.
La vida de hoy es similar a una carrera en la que enfrentamos obstáculos, hacemos sacrificios, emprendemos desafíos y estimulamos a otros para llegar a la meta. Actualmente, existen varias corrientes ideológicas acerca de la mujer, con las que necesariamente convivimos y que en oportunidades contagian nuestra manera de pensar, comportarnos y educar.
Una de ellas es la tiranía de la imagen, que está llevando a la mujer al deseo de ser modelo en todo y para todo, por medio de una transición entre lo real y lo plástico, y al olvido de su esencia.
La experiencia indica que una verdadera mujer que deja a un lado la obsesión, que puede establecer una conversación inteligente, que tiene un corazón amable y fuerte, se hace muy atractiva.
Rescatar el verdadero significado del ser femenino
Muchas mujeres van por el 10 en todos los terrenos, generando la utopía de la superwoman, dentro de una sociedad en la que el consumismo se estimula constantemente planteando la felicidad como sinónimo de tener.
Esta manera de ver la vida está llevando a que muchas mujeres se sientan agobiadas y pierdan de vista cuál es realmente la meta y cuáles son los mejores medios para llegar a ella.
La invitación es a pensar en que si logramos equilibrar los distintos aspectos de nuestra vida; si nuestros amores, aspiraciones personales, sueños, apuntan hacia el horizonte donde queremos ir. Porque es muy posible que las amenazas antes descritas, hayan entrado de una manera u otra a nuestras vidas, a nuestro hogar.
El eje humanizador de la familia
Hay que rescatar el valor de la mujer común y corriente, con la belleza de una vida gastada por el bien de los suyos. Además de ir al gimnasio, es necesario enriquecer nuestras vidas, convertirnos cada día en una mejor persona, más completa, más profunda, con un claro sentido de la existencia y una firme jerarquía de valores. Esto no será tan glamoroso, pero tendremos al final una vida plena.
La mujer es y será siempre el eje humanizador de la familia, en torno al cual se estructura la sociedad. Asumir, juntamente con el hombre, la responsabilidad común por el destino de la humanidad es el gran cometido que le espera cada día.
Existe actualmente una gran necesidad de reivindicar el verdadero significado del ser femenino para impregnar todas las facetas de la vida con su disposición sincera frente a las necesidades y los requerimientos de los demás, con la capacidad de darse cuenta de sus posibles conflictos interiores al encontrarse consigo misma. Todas las crisis de la mujer tienen sus raíces más profundas en la incapacidad de descubrir estos dones.
Es necesario que seamos lo que debemos ser, para que no atentemos contra nuestra propia condición, para que alejemos lo más posible el riesgo de aniquilarnos y para que crezcamos haciendo realidad día a día todo lo que comporta el que seamos nada menos que mujeres.
Ser mujer en pleno siglo XXI es un reto en todos aquellos espacios que ocupemos: madres, esposas, hijas, hermanas, trabajadoras, participando en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que damos a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido, a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.
Artículo originalmente publicado por lafamilia.info