María Jorgelina Vezzoni -Coqui- había ido al hospital Allende del Cerro de las Rosas, en la ciudad argentina de Córdoba, a visitar a su hija de un año de edad que se encontraba internada en terapia intensiva a causa de una grave deshidratación. Entonces ocurrió lo que ella considera un milagro realizado por intercesión del santo Cura Brochero.
Siempre recordará la fecha: 3 de diciembre de 2015. Estaba en el pasillo del sanatorio con su cuñado cuando empezó a encontrarse mal. De repente se desplomó como muerta. Cayó al suelo, quedó rígida y no reaccionó más.
Las personas que se encontraban en el lugar se sobresaltaron y empezaron a pedir auxilio, algunos de ellos a gritos.
Rápidamente acudieron unas enfermeras, que comprobaron que Coqui no respiraba ni tenía pulso, por lo que empezaron a hacerle maniobras de resucitación. “Paro cardiorrespiratorio reanimado”, se lee en el informe médico.
Fue como una “muerte súbita”, declaró Silvina, la hermana de Coqui, al diario La Voz, que profundizó en una noticia recogida en primicia por el programa Noticias 965 que Daniel Alassia conduce en radio Suquía.
Maniobras de reanimación y oraciones
Tras 15 minutos de reanimación, el cuerpo de Coqui tuvo pulso. Pero ningún otro signo vital y sólo por tres minutos. Retomaron las maniobras y tras media hora volvió el pulso.
El cuñado de Coqui, Marcos Sequeira, pasó esa angustiosa media hora de maniobras de reanimación rezándole en alto al Cura Brochero, arrodillado en el piso, repitiendo:
Su cuerpo empezó a mostrar pequeños indicios de recuperación. Su pulso se mantuvo y los médicos constataron presión sanguínea, aunque ninguna reacción neurológica. Coqui quedó en coma.
Permaneció 72 horas sin respuesta cerebral, con sus extremidades tendiendo a la rigidez. Incluso comenzaron con el protocolo para una eventual ablación de sus órganos.
“Vivimos eso de manera muy dramática –recordó la hermana de Coqui–. Mientras rezábamos, decidimos aceptar que se donaran sus órganos".
Un hilo de vida
Sin embargo, en una de las observaciones, una neuróloga percibió cierta sensibilidad en los pies de la paciente, "como un ‘hilo de vida’ que impidió avanzar hacia un final que hubiera sido nefasto”, recuerda Silvina. Y añade:
Muy lentamente, comenzó una evolución positiva.
El 10 de diciembre le hicieron una traqueotomía y le quitaron el respirador. Ese día le informaron a los familiares que, si había una recuperación, posiblemente Coqui despertaría muda, sin poder hablar o con una disfonía crónica porque al entubarla le habían dañado la cuerda vocal derecha.
Sin embargo, para sorpresa de todos, el 15 de diciembre hubo una reacción y hasta esbozó unas palabras. El 18 de diciembre, ante el asombro de médicos y enfermeras, Coqui salió caminando de la terapia intensiva para pasar a una sala común.
“El 24 de diciembre, cuando todos se preparaban para celebrar la Navidad, la recibimos en casa, y el primer día de 2016 regresó a la suya. ¿Un milagro, no?”, dijo Silvina.
¿Milagro?
La familia, convencida de que el caso de Coqui podía reconocerse como milagro, recogió documentación médica y de testimonios y la enviaron al obispo de Cruz del Eje, Santiago Olivera, uno de los promotores de la causa de canonización de Brochero.
Hoy, en su casa, Coqui y su hijita Florencia llevan una vida completamente normal. Ella está convencida de que fue un milagro:
Como hacía antes de que le ocurriera esta prueba, cada vez que sale de su hogar rumbo al trabajo, Coqui mira la imagen del hoy ya santo cordobés en un altarcito de su casa, y con mucha fe le pide: