Cuando en 1965, las autoridades soviéticas de Sofía decidieron construir el embalse de Zhrebchevo (Bulgaria), destruyendo entera la ciudad de Zapalnya, lo que menos les preocupaba era que, entre los cientos de edificios históricos que iban a ser tragados por el agua del río Toundja (la ciudad era del siglo XIII), hubiera una iglesia dedicada al patrón del país, san Iván de Rila.
Y sin embargo, sólo las ruinas de esta iglesia se mantuvieron en pie. Y aún hoy, los herederos de los antiguos habitantes de Zapalnya acuden a orillas del embalse, cincuenta años después, a venerar a su patrón el día de su fiesta. Una imagen de esa herencia cristiana que sobrevivió en las circunstancias más duras tras el Telón de Acero.