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El joven santo, Luis Gonzaga, despreció los goces del mundo

LUIS GONZAGA
Dolors Massot - publicado el 21/06/15 - actualizado el 20/06/24
Piadoso desde muy pequeño, prefirió seguir el llamado de Dios y la pureza de su alma, que complacer a su noble familia y entrar en la corte llena de vicios

San Luis Gonzaga nació el 9 de marzo de 1568 en el castillo de Castiglione delle Stivieri, en la Lombardía.

Era el primogénito de Ferrante, marqués de Chatillon de Stivières, y de su esposa Marta Tana Santena, dama de honor de la reina en la corte de Felipe II de España, donde el marqués también ocupaba un alto cargo.

La madre, que casi murió en el parto, había consagrado a su hijo a la Virgen mientras que el padre solo pensaba en darle carrera militar.

Siempre fue muy piadoso. Rezaba las oraciones de la mañana y de la noche, y desde los siete años recitó de rodillas el oficio de Nuestra Señora, los siete salmos penitenciales y otras devociones. Su director espiritual, san Roberto Belarmino, y otros tres confesores, manifestaron que nunca cometió un pecado mortal.

"Yo sé el que Dios escogerá"

Su madre dijo un día: “Si Dios se dignase escoger a uno de ustedes para su servicio, ¡qué dichosa sería yo!”. Luis le respondió al oído: “Yo seré el que Dios escogerá”.

A los 9 años hizo voto de virginidad. Después hizo una confesión general, que él llamó "su conversión".

A los doce años recibió la Primera Comunión de manos del obispo san Carlos Borromeo, quien estaba sorprendido de tanta santidad en un niño que vivía en el ambiente de la corte, lleno de vicios.

Luis sufrió después una enfermedad renal, que le permitió apartarse de la vida social de la corte sin llamar la atención. Así podía rezar y leer vidas de santos. Pero ya desde entonces su salud fue algo delicada y le costaba digerir bien los alimentos.

Penitente en un ambiente mundano

Aunque estaba en la corte, comenzó a vivir grandes penitencias: ayunaba tres días a la semana, se azotaba con la correa de su perro, se levantaba a medianoche para rezar, no encendía la chimenea de su habitación… y tenía intención de renunciar a su derecho a heredar el título de marqués de Castiglione en favor de su hermano.

Luis Gonzaga fue designado paje de don Diego, príncipe de Asturias, junto con su hermano. De nuevo mostró que seguía siendo fiel a la llamada de Dios y no dejó de hacer una hora de oración diaria.

El día de la Asunción del año 1583, en el momento de recibir la comunión en la iglesia de los padres jesuitas, de Madrid, oyó una voz que le decía: “Luis, ingresa en la Compañía de Jesús”.

Lo comunicó a su madre y esta se alegró. Sin embargo, su padre se opuso fuertemente y creyó que esa decisión del hijo formaba parte de una conjura contra él. Finalmente accedió.

Negativa de su padre y su familia

El infante don Diego falleció inesperadamente y Luis y su hermano Rodolfo pudieron regresar a Castiglione en julio de 1854.

De nuevo su padre, Ferrante, le ordenó tareas y viajes esperando que el hijo olvidara así la idea de hacerse jesuita, pero san Luis Gonzaga no se desvió. Al final, Ferrante dio su brazo a torcer. Escribió al general de los jesuitas, el padre Claudio Aquaviva:

"Los envío lo que más amo en el mundo, un hijo en el cual toda la familia tenía puestas sus esperanzas".

"Este es mi descanso para siempre"

San Luigi Gonzaga – per valorizzare ciò che è importante Questo santo patrono degli studenti era un sacerdote gesuita dalla salute precaria, morto a 25 anni dopo essersi preso cura dei malati. Denunciò le sue nobili radici e decise di occuparsi dei bisognosi.

Así, Luis fue a Roma y el 25 de noviembre de 1585 ingresó en el noviciado de Sant'Andrea. Acababa de cumplir 18 años. Al llegar a su celda, dijo:

"Este es mi descanso para siempre; aquí habitaré, pues así lo he deseado".

En esta fase de su vida le desaparecieron los consuelos humanos: no sentía alegría espiritual en lo que hacía.

En cuanto a Ferrante, el ejemplo de su hijo hizo que se convirtiera. Murió 6 semanas después de marchar Luis, pero llevando una vida totalmente distinta.

Luis fue un novicio ejemplar, que obedecía a lo que se le decía: no tenía que excederse en los ayunos ni rezar fuera de las horas fijadas.

Fue trasladado a Milán debido a su precaria salud y un día recibió una revelación de que pronto moriría. Mientras tanto, los jesuitas abrieron un hospital en la ciudad y Luis se encargó de mendigar alimentos para los enfermos y de cuidar moribundos.

De nuevo, en otra revelación, Dios le dio a entender que moriría en la Octava de Corpus. Se preparó entonces rezando a diario el Te Deum en acción de gracias. Al octavo día, cuando todos creían que se había recuperado, murió. Era la noche del 20 al 21 de junio de 1591 y tenía 23 años.

Los restos de San Luis Gonzaga se conservan actualmente bajo el altar de Lancellotti en la iglesia de San Ignacio, en Roma y su fiesta se celebra el 21 de junio.

Santo patrón

El Papa Benedicto XIII nombró a san Luis Gonzaga protector de los estudiantes jóvenes y el Papa Pío XI lo proclamó patrón de la juventud cristiana.

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