Francisco invita a los participantes del Simposio sobre la Pastoral de la calle a pedir a la Virgen que acaricie a los menores sin hogar“Cada niño abandonado es obligado a vivir en la calle, volviéndose una presa fácil de las organizaciones criminales, es un grito que sube a Dios”, dijo el Papa a voluntarios, educadores y religiosos de la pastoral de la calle.
Francisco recibió este jueves 17 de septiembre en audiencia a los participantes al Simposio Internacional sobre la Pastoral de la calle, organizado por el Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes y los Itinerantes.
“Los niños y las mujeres de la calle no son números, no son “bultos” que se intercambian: son seres humanos con un nombre y un rostro propio, con una identidad donada por Dios a cada uno de ellos”, expresó alzando la voz.
El Papa tronó contra la “indiferencia” de las sociedades modernas: “Esta realidad es una vergüenza de nuestras sociedades que presumen de ser modernas y de haber alcanzado altos niveles de cultura y de desarrollo”.
Asimismo, indicó un factor desencadenante: “La corrupción difundida y la búsqueda del beneficio a toda costa privan a los inocentes y a los más débiles de las posibilidades de una vida digna, alimentan la criminalidad de la trata y las otras injusticias que caen sobre sus hombros”.
En este escenario, también pidió atención para las mujeres, que muchas veces son víctimas de las redes de prostitución y explotación: “¡Nadie puede permanecer inerte frente a la necesidad urgente de cuidar la dignidad de la mujer, amenazada por factores culturales y económicos!”.
El Pontífice indicó, entre otras causas de la explotación y la marginación de los más débiles, “la indiferencia, la pobreza, la violencia familiar y social, y de la trata de las personas humanas”.
Asimismo, recordó otros factores humanos que llevan a los niños y las mujeres a las calles: “las separaciones conyugales y el nacimiento de niños fuera del matrimonio”.
De esta manera, el Papa denunció que ningún niño escoge libremente vivir en la calle. Lastimosamente, “también en el mundo moderno y globalizado, a muchos niños se les roba su infancia, sus derechos, su futuro”.
Igualmente, insistió en la carencia de leyes y de instituciones que se ocupen de mejorar la vida de los más vulnerables, carencias vinculadas a la “falta una verdadera familia, educación y asistencia sanitaria”.
Al final, el Papa sostuvo: “Ahora los invito a rezar a la Virgen y pedirle que acaricie a estos niños que viven en la calle. La caricia de la Virgen. Necesitamos de maternidad”.
Francisco subrayó que “la misericordia es el acto supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro, es el camino que abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre”.
Los participantes del Simposio se reunieron en Roma del 13 al 17 de septiembre con el objetivo de estudiar, reflexionar y preparar un plan de acción para ayudar a los niños, las mujeres y sus familias que viven en la calle.
En este sentido, el Papa invitó con “confianza y arrojo apostólico” a continuar su compromiso en la protección y la promoción de la dignidad de estos niños y de estas mujeres que tienen como ambiente la calle.
