El padre Antonio Vélez Alfar, colombiano, vive hoy en Argentina“Para mi madre fue el más grande orgullo haber defendido la vida”. Cuando repitió estas palabras, el padre Antonio Vélez Alfar tenía lágrimas en los ojos. Porque lo transportaban atrás en el tiempo. Y precisamente a la dramática historia de su madre, que hace años le reveló haber sido concebido tras una violación (tropeaedintorni.it, 10 septiembre).
“Una mujer de gran fe”
El sacerdote colombiano, párroco en la provincia de Chubut (Argentina), decidió contar su testimonio después de una sentencia en la Suprema Corte de Justicia argentina que declaró el aborto no punible en estos casos. “Mi madre – dijo el padre Alfar – era una mujer de gran fe, devota y practicante. Ella decía que, a pesar de las circunstancias terribles, llevaba en su vientre el milagro de una nueva vida, una vida que Dios le había dado y que por sus convicciones, no podía abortar. Y que si Dios lo había permitido, eso tenía que tener un sentido” (caminocatolico.org).
Violada con una trampa
La madre fue violada a los 27 años en Medellín por varios compañeros de trabajo que le tendieron una trampa durante una fiesta, la drogaron y abusaron de ella repetidamente. En el dolor de no saber quién era el padre, la mujer fue obligada por la familia a casarse con un viudo, que después de casarse la maltrataba continuamente. Al ser imposible la separación, la madre permaneció con el marido y el segundo hijo, mientras que Alfar fue enviado a casa de la abuela.
La historia de la mamá
Continúa así la historia del sacerdote: “Un día, como mi abuela me pedía que le dijera papá a mi abuelo, le pregunté cómo podía ser él mi abuelo y mi papá a la vez. Ello provocó una reunión con mi madre, que me contó lo que le había pasado. Que mucha gente quería que me abortara, otras que me vendiera y otras que me regalara. Y que, incluso, había mucha gente interesada en mí. Para mí fue muy duro. Tenía apenas 10 años. Reaccioné con mucha severidad contra mi madre” (aciprensa.com).
“Por qué me sucedió precisamente a mí”
Un día Alfar quiso desahogarse con Dios. “Fui a la Iglesia para protestarle a Dios: ¿por qué precisamente me tenía que pasar una cosa así? Y mientras gritaba, llegó un sacerdote y me dijo que estaba haciendo la pregunta equivocada: ‘No por qué, sino para quién.. ‘. Que precisamente a causa de mi situación, Dios me estaba llamando a grandes cosas…”.
“Serás un instrumento del Señor”
Ese sacerdote le dijo “que Dios escribe derecho en renglones torcidos y que yo sería un instrumento suyo. Y luego comenzó a leer el pasaje de Jeremías, donde Dios lo llama, pero él se resiste y el Señor le dice:… ‘No te preocupes, yo haré todo por ti’. Esa conversación me marcó y ese sacerdote fue para mí como un padre”. Desde entonces, Alfar se volvió catequista y luego escogió el camino del seminario y el “matrimonio” con Dios.