18 nuevos mártires españoles han sido beatificadosSantander (España) celebró este sábado la misa de beatificación de 18 mártires que murieron por su fe durante la persecución religiosa en España al comienzo de la Guerra Civil. Se trata de 16 religiosos cistercienses del monasterio de Cóbreces en Cantabria y dos monjas del monasterio de Fons Salutis de Algemesí, en Valencia.
La celebración fue presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y en ella se leyó la vida y el martirio de estos nuevos beatos. Su historia estremece: “El 22 de julio de 1936, un grupo de milicianos entró en el monasterio de Cóbreces”, afirmaba el cardenal Amato, “pusieron contra un muro a algunos religiosos, los insultaron y simularon su fusilamiento. Entre el 3 y 4 de diciembre de 1936 el grupo más numerosos de religiosos fue tirado al mar con las manos atadas y la boca cosida con hilo de hierro porque continuaban orando. Pero ellos no guardaron rencor, perdonaron a sus verdugos”.
Los monjes beatificados son Pío Heredia (Álava), Amadeo García (León), Valeriano Rodríguez (León), Álvaro González (León), Antonio Delgado (Burgos), Eustaquio García (Palencia), Ángel de la Vega (León), Ezequiel Álvaro de la Fuente (Palencia), Eulogio Álvarez (León), Bienvenido Mata (Burgos), Marcelino Martín (Palencia), Leandro Gómez (Burgos), Eugenio García (Burgos), Vicente Pastor (Valencia), José Camí (Lérida), Micaela Baldoví (Valencia) y Natividad Medes (Valencia). Con estos nuevos 18 beatos, en total son ya 1.544 los mártires españoles de la Guerra Civil Española beatificados hasta ahora.
Fueron asesinados por seguir a Cristo y no tuvieron nada que ver con la oleada de violencia que se vivió en España en aquella época. Los religiosos de Cóbreces eran simples trabajadores del campo y tenían una pequeña fábrica de queso, donde empleaban a vecinos de la comarca.
Las milicias republicanas entraron en el convento con la excusa de buscar armas que se suponía que guardaban los monjes. Robaron y expoliaron todo lo que había de valor, desalojaron el convento y llevaron presos a los religiosos a Santander.
Poco después fueron soltados y, aunque vivían por separado en la ciudad conseguían reunirse de vez en cuando en casa de un benefactor. Posteriormente fueron apresados y asesinados. De los 16 monjes asesinados, dos de ellos fueron disparados por la espalda y abandonados en una cuneta, los otros 14 fueron arrojados con lastre desde un barco barco en la bahía de Santander.