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¿Somos todos iguales o unos menos que otros?

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Centro de Estudios Católicos - publicado el 08/10/15
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Lo que da fundamento a una sociedad estable y armoniosa es reconocer en cada ser humano a una persona única e irrepetibleEl modo de entender y practicar la igualdad es crítico en el equilibrio de la ecología humana. En su sátira de los estados comunistas, Granja Animal [también conocida como “Rebelión en la Granja”], George Orwell hace conocida la idea de que “todos somos iguales, pero hay algunos más iguales que otros” para evidenciar la hipocresía de los privilegios de las clases dirigentes comunistas. En muchas sociedades se da el caso inverso de grupos étnicos o de otra índole, que sufren marginación; considerados “menos iguales que otros”.

En la historia muchos grupos humanos han discriminado a otros supuestamente inferiores. Esclavos negros, inmigrantes, indígenas, judíos, según tiempo y lugar, y muchos otros han sufrido estas injusticias. El infame Apartheid Sudafricano es aún de reciente memoria.

En nuestro Perú, el racismo es un cáncer enraizado en nuestra cultura que sabotea la unidad y convivencia social. Una sociedad que discrimina envenena y daña a los que cometen y a los que sufren la injusticia, aunque la responsabilidad es de los primeros. Wilkinson demuestra en un estudio reciente que las sociedades más iguales- entendido como menor diferencia económica entre los ricos y los pobres –tienden a índices de felicidad y bienestar más altos.

American-FlagTocqueville y Chesterton valoran que los EEUU se hayan fundado sobre un credo: que todos los hombres son iguales, con derechos inalienables otorgados por su Creador. Esto, no siempre se cumplió. Además de la esclavitud y sus secuelas de discriminación, la doctrina del destino manifiesto y el excepcionalismo, hizo que desde el siglo 19 se sintiesen con el derecho a ocupar todo Norteamérica, desplazando una y otra vez a los nativos norteamericanos, haciéndoles injusticia con la ley, el abuso y el descuido.

Pese a reclamos y gestos de noble y heroica resistencia, el gobierno subordinó sus derechos a los intereses económicos y políticos de sus otros ciudadanos. Es con grandes esfuerzos propios de organización y auto-determinación que están logrando una inclusión social que respete su identidad.

La igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades es indispensable pero no basta. La igualdad que da fundamento a una sociedad estable y armoniosa es aquella que reconoce en cada ser humano a una persona única e irrepetible, con dignidad propia y portadora de valores y derechos inalienables otorgados por su Creador. Valores y derechos que nadie, y menos el estado, pueden vulnerar o despreciar.

José Ambrozic para el diario El Comercio (Perú). Publicado el 8 de octubre de 2013

Artículo originalmente publicado por Centro de Estudios Católicos

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