Los Paloni, junto con Davide, de 4 meses, el último de 12 hijos. Una familia que vive con entusiasmo en Holanda la misión de evangelizarLa tarjeta de visita ya lo dice todo: en la foto están Massimo y Patrizia, con sus 12 hijos de todas las edades y alturas. En brazos de Patrizia está el último, Davide, de cuatro meses, cuya foto ha dado la vuelta al mundo con el título “el padre sinodal más joven”.
Massimo y Patrizia Paloni son uno de los 18 matrimonios invitados como auditores en la segunda tanda del Sínodo de los obispos sobre la familia, y el Aula vaticana en la que se celebran las sesiones acoge la presencia insólita de un carrito con su bolsa porta pañales y biberones.
Los cónyuges Paloni pertenecen al Camino Neocatecumenal; concretamente, a la parroquia romana de S. Luigi Gonzaga. Desde el año 2004 eligieron ser familia misionera y se trasladaron a Maastricht, en Holanda. Un modo, explican, de devolver las muchas bendiciones que el Señor ha derramado en su vida.
– ¿Por qué a la misión como familia?
Patrizia: El principio es el mismo que para un sacerdote o una monja misionera: ofrecer a Dios la disponibilidad de la propia vida. En la época en que vivimos, una presencia como familia se convierte en una forma de evangelizar más cercana a las personas. Hay 1.250 familias del Camino que han hecho esta elección, de las cuales 127 se dedican a la missio ad gentes en 98 países del mundo.
Encontrar a una pareja con sus hijos que se quieren a pesar de sus fragilidades, es un signo que llama la atención de nuestros interlocutores. La decisión de dejar el propio país dejando casa, trabajo, amigos, para volver a empezar desde nuevo en medio de otras personas no puede dejar de interrogar: ¿por qué lo hacen? Cuando nos acogen en una parroquia como catequista lo explicamos: “Dios ha hecho esto en nuestra vida”.
– ¿De dónde nace esta elección?
Massimo: De nuestros padres, que nos dieron a conocer el Camino Neocatecumenal, un don que recibieron directamente de los fundadores, Kiko Arguello y Carmen Hernandez. Nosotros nos sentimos como “nietos en la fe” de Kiko y Carmen. Detrás de nuestro matrimonio, la bendición de nuestros hijos, detrás de la misión, está el Camino y nuestra comunidad, con un itinerario serio de formación cristiana en la que crece y madura, a pesar de los límites de cada uno, una fe adulta.
– En esta dimensión de fe vivís también la apertura a la vida: ¿qué os parece el debate a propósito de la encíclica “Humanae Vitae”?
Patrizia: Estamos agradecidos al papa Pablo VI por esta encíclica que me parece poco conocida o conocida sólo en sentido restrictivo. Cuando éramos novios yo viví como una “buena noticia” el poder convertirnos en colaboradores del proyecto de Dios. Nunca vi la enseñanza de la ”Humanae Vitae” como demasiado pesada, un peso insoportable, sino como una decisión de libertad y valoración de la mujer según un modelo que la acerca a María.
– Muchos os dirán que sois una familia extraordinaria… ¿lo sois?
Patrizia: Es algo que quisiera desmitificar. Somos una familia absolutamente normal. Nos queremos y nuestros hijos nos quieren y se quieren entre ellos, pero también gritan, pelean. Como todos los niños. Yo también puedo estar estresada a veces. Pero es bonito vivir en medio de tanta vida y es un don que todos nuestros hijos estén en la Iglesia.
El domingo por la mañana vivimos un momento muy especial porque toda la familia se reúne para la oración: leemos juntos la Palabra y después empezamos un diálogo, pidiendo a todos que cuenten su propia semana, las dificultades, las alegrías. Damos consejos, en base a nuestra experiencia, a veces les pedimos perdón si hemos cometido errores y si ha habido peleas entre ellos y les invitamos a reconciliarse. Después, ¡todos a la mesa para una buena comida!
– ¿Cómo se gestiona una familia con 12 hijos? ¡Debe requerir una gran organización! Por ejemplo… ¿cuanta pasta cocináis a la comida?
Patrizia: En una familia tan grande es natural que todos echen una mano. Los chicos más grandes – el mayor tiene 19 años – ayudan a hacer las tareas escolares. No hay una división fija de tareas ni una organización “militar”. Cada día los distribuimos tal y como viene.
Y para la pasta…depende de quién está cerca de la olla cuando hierve el agua. Yo soy más ahorrativa; pero si me alejo por algún motivo, está Massimo, que tiende a echar de más …
– ¿Cuáles son los retos fundamentales, según vosotros, que afectan a la familia cristiana hoy?
Massimo: En Holanda conocemos personas que nos cuentan que son ya la tercera generación de no creyentes: es decir, ya sus abuelos decidieron no practicar ninguna religión, y así educaron a sus hijos, que a su vez educaron así a sus hijos a vivir sin fe.
El obispo de la diócesis de Roermond, mons. Wiertz, que invitó al Camino a establecerse en la diócesis para evangelizar, nos dijo después de unos años que nos invitó porque le habían dicho que los neocatecumenales tienen un 95% de éxito en transmitir la fe a los hijos: “Si es verdad, se dijo, los quiero aquí, porque tengo que pensar en el futuro”. Si los padres no son capaces de transmitir la fe a los hijos, ¿qué futuro tiene la Iglesia?
– ¿Qué esperáis del Sínodo?
Massimo: Auguro que logre mostrar la belleza de la familia cristiana; alguno ha hablado de “una nueva epifanía de la familia”. No existen sólo las heridas de la familia. Si explota una fábrica que produce emanaciones peligrosas, las personas intoxicadas son llevadas al hospital para curarlas, pero si no contenemos las emanaciones, seguiremos llevando a la fe al hospital. No basta unas semanas de curso de preparación al matrimonio. Es necesario reflexionar sobre itinerarios serios de fe para llevar a una fe adulta, que el mundo tanto necesita.