Fundada por cristianos, la famosa ONG internacional traiciona su vocación inicial abrazando causas contrarias a la dignidad de los más desfavorecidosAmnistía Internacional se presenta como una ONGI (organización internacional no gubernamental) que defiende a los seres humanos según la Declaración universal de los derechos humanos.
Milita activamente y a menudo eficazmente por la liberación de los presos de conciencia, por el derecho a la libertad de expresión, la abolición de la pena de muerte y la tortura y la detención de los crímenes políticos.
Aleteia la cita a menudo como una fuente de información cuando se trata de alertar sobre violaciones de los derechos humanos, abusos y discriminaciones injustas en todo el mundo.
“Derechos” forjados para el rey individuo
Esa fue la misión dada a Amnistía Internacional (AI) por sus fundadores, a principios de los años 60, el abogado británico Peter Benenson y el independentista irlandés Sean MacBride, ambos católicos.
Benenson, cuyo verdadero nombre era Peter James Henry Solomon, nació en una familia judía y se convirtió al catolicismo en 1958, unos años antes de fundar Amnistía).
Pero esta misión se extiende hoy a la defensa y la promoción de todo un registro de nuevos “derechos”, civiles, políticos, económicos, sociales, culturales, sacados de la devoción al rey individuo.
Con numerosas ONG, Amnistía Internacional se ha puesto ideológicamente a remolque de la ONU, lamenta un antiguo militante de la asociación: “Antes íbamos allí donde nadie iba; hablábamos de presos políticos, de pena de muerte. Ahora somos calcados al programa de la ONU; se ocupa de las mujeres, de los derechos económicos y sociales, de la miseria, es demasiado amplio”[1].
A expensas de los más frágiles
Sobre todo es contraria a la defensa de los seres humanos más frágiles cuando AI milita por la derogación de todas las leyes anti-aborto en nombre del “derecho” de las mujeres a disponer de su cuerpo sin mirar por la vida del niño.
Esto le valió, en marzo de 2007, un toque de atención del Vaticano, a través del presidente del Consejo pontificio Justicia y Paz, el cardenal Renato Martino, que pidió a todos los católicos y a todas las instituciones católicas que dejaran de apoyarla económicamente.
También en 2007, en Inglaterra, el obispo católico de Est Anglie, Michael Evans (1951-2007), que había sido miembro de Amnistía Internacional durante 30 años, muchos de ellos en el comité directivo, protestó contra la introducción en el programa de Amnistía de un “derecho al aborto”. Muchos católicos siguieron su ejemplo.
En 2013, Amnistía Internacional hizo campaña, en conjunto con la comisión de los derechos humanos de la ONU para que Irlanda despenalizara totalmente el aborto.
En 2014, lanzó la campaña mundial Mi cuerpo, mis derechos para la promoción de los “derechos sexuales y reproductivos. El 28 de septiembre de 2015, simpatizantes de Amnistía Internacional participaron en más de 20 países en una “Jornada mundial para la despenalización del aborto”.
En esa línea ideológica, AI está comprometida en la defensa de los “derechos” LGBT: “Amnistía Internacional apela al respeto de la libertad de expresión y de los encuentros de los LGBT y apoya las “Marchas del orgullo” en Europa”, comunica la ONG.
También optó en agosto de 2015 por la despenalización de la prostitución para las prostitutas pero también para los clientes y los proxenetas, a condición de que las “trabajadoras del sexo” sean adultas que lo consientan.
La campaña que la ONG ha dedicado a esta dudosa causa le ha valido el rechazo de famosos como las actrices Meryl Streep y Kate Winslet, que se oponen a esta esclavitud que se agrava en los países que han escogido la despenalización (Catholic Herald).
La historia juzgará la ceguera de hoy
En su voluntad de unirse, como tantos otros –asociaciones, partidos políticos,…- al aire de los tiempos, Amnistía Internacional se casa con la ceguera sobre el destino de seres humanos frágiles y pobres, empezando por los niños no nacidos.
La historia juzgará sin duda esta actitud contemporánea de la obcecación en cuanto al destino de poblaciones enteras volcadas a la esclavitud o al exterminio por sociedades cristianizadas hace mucho tiempo.
[1] Citado por Marc Girot, Amnesty Internacional. Investigación sobre una ONG genéticamente modificada, París, Éditions du Cygne, coll. Essai, 2011, p.89.