Ver datos, descubrir la password de la red social de tu amigo, mentir, adulterar o cosas peores, en el ambiente virtual, ¿no está mal si no me ve nadie?
¿Existe el pecado virtual?
Shutterstock_ | Alejandro Ivan Suarez
Comunidade Shalom - publicado el 09/11/15
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Nos encontramos frente a un profundo cambio de paradigma. Algunos conceptos clásicos como el tiempo y el espacio son desafiados por la expansión de Internet.
En el ciberespacio es difícil imaginar qué es el “espacio”. Podríamos pensar en el espacio disponible en mi pen drive, ¿pero cuál es el límite de Internet?
El tiempo da lugar a la velocidad; no se pregunta ya cuánto tiempo es necesario para pagar una cuenta o para hacer una búsqueda sobre la Muralla China. Depende de la velocidad, casi de la luz, disponible de mi servidor.
Puedo pagar una cuenta sin tener que ir al banco, ir hasta China sin tener que salir de casa. Todo es instantáneo, tan distinto del autobús que debo tomar para ir a la universidad, del embotellamiento que me obliga a llegar tarde a una cita o del avión que debería cruzar el globo terráqueo para alcanzar mi objetivo.
En este punto, deberíamos preguntarnos si podemos considerar este ambiente real o virtual. Llegamos al punto principal de la cuestión: la idea de que Internet solo es un mundo imaginario o que cualquier cosa que es algo irreal solo porque no es material, nos pueda provocar dudas sobre lo que podemos o debemos hacer en este ambiente.
La mala comprensión de lo que es esto, o de lo que es el pecado puede hacer que quien navega en Internet se permita cosas que no haría cuando piensa en la vida “real”.
Entrar en un ordenador y ver datos, descubrir la password de la red social de tu amigo, mentir, adulterar o cosas peores, en el ambiente virtual, no parece ser un pecado, pero lo es.
La pantalla del ordenador parece ser una protección: “las personas no me ven”, puede pensar el que navega.
En cuanto a lo que es pecado, Jesús nos enseña que lo que nace dentro, en el corazón, el pensamiento impuro, es ya pecado (cfr. Mt 5, 28). No es necesario exteriorizarlo para ser ofensivos con respecto a Dios.
Sobre Internet los pecados se exteriorizan y ofenden no solo a Dios, también a los demás. No es difícil escuchar hablar a personas que sufren bullying ¡incluso virtual!
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En cuanto al ambiente, es necesario decir que todo lo que se hace on-line tiene sus consecuencias en la vida off-line.
Robarle la contraseña a un amigo o conocido para descubrir sus secretos está mal. Es como entrar a escondidas en su habitación y curiosear entre sus cosas
Manipular un banco de datos para tomar algo está mal en sí mismo, como corromper al funcionario para obtener un aumento de sueldo.
En guardia
Tenemos que estar atentos, porque Internet, incluso siendo como es un medio potencial de evangelización, puede ser, para quien quiere ser santo, un arriesgado medio de perdición.
Con esto no estoy sugiriendo que debamos no usarlo. Todo lo contrario, tenemos que estar en el mundo pero no ser mundanos.
Tenemos el deber cristiano de estar en este ambiente para ser sal y luz, para llevar la luz y no dejarnos sumergir en las tinieblas.
El pecado virtual existe y hace mal a los no virtuales. Del mismo modo, la evangelización a través de Internet puede ser fructífera de la misma forma que una fuera de Internet.
En este ambiente, podemos encontrar personas que quizás no encontraríamos nunca o no nos escucharían nunca.
Es posible no solo cometer verdaderos pecados, sino también hacer el bien de verdad, ayudar a las personas, ser caritativos, ejercitarnos en la virtud, unirnos por una causa solidaria…
El desafío del evangelizador en este ambiente es el mismo: salir de sí mismos para ir al encuentro con el otro. Este es el mandamiento: “Que os améis unos a otros” (cfr. Jn 15,12), y la invitación a seguirlo es “Negarse a sí mismo” (cfr. Mc 8, 34).
La conversión es necesaria para todos los evangelizadores: el testimonio auténtico puede y debe ser ofrecido también en este ambiente, o estaremos presos de palabras estériles que no ayudan a nadie, que incluso alejan a los demás.
En pocas palabras: vale la pena evangelizar en Internet. Hay personas sedientas que esperan que alguien se acerque y les ayude con palabras confortantes, con un testimonio de fe y con la invitación a una vida realmente cristiana. Personas REALES nos esperan en este ambiente y evidentemente fuera de este.
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