La ex esclava sexual que emocionó al Papa Francisco relata su dramática experiencia a la revista española Vida Nueva“Me llamo Karla Jacinto, soy de México DF y soy sobreviviente de trata de personas. Me prostituyeron de los 12 a los 16 años”. Con estas palabras se presenta esta joven que ofreció su testimonio a los participantes en el congreso sobre Cambio climático y nuevas formas de esclavitud moderna, celebrado el 21 y 22 de julio en el Vaticano. En una catarsis que deja a su interlocutor acongojado, Karla cuenta a Vida Nueva que, desde la primera vez que le obligó a que se prostituyera el hombre del que se había enamorado, han “pasado por mi cuerpo más de 43.200 personas”.
Solo uno de aquellos clientes se fijó en su mirada de dolor y le ayudó a que recuperara su libertad. Esta antigua esclava sexual, que tiene hoy 22 años, representa a la fundación mexicana Camino a Casa, con la que ha lanzado una campaña contra la trata cuyo símbolo es un folio en blanco “en el que cada uno podemos escribir una nueva historia”. El papa Francisco la saludó con emoción al final de su intervención en el congreso y se hizo una foto con ella para apoyar esta iniciativa contra la esclavitud.
“Vengo de una familia que tenía muchos problemas. Eso hizo que fuera muy vulnerable: no tenía atención, no tenía comprensión en mi casa”, explica Karla. “Conocí a un chavo que me dio el afecto que no tenía. A la semana me fui con él. Me dijo que se quería casar conmigo y quería fundar una familia. Eso es lo que te prometen al principio”.
Luego llegó el infierno de la prostitución forzada: 30 clientes diarios y palizas con cables, palos y cadenas. “Incluso me llegaron a quemar con una plancha en mi parte íntima”. En esos cuatro años hubo también un aborto forzado de gemelos y un embarazo que llegó a término. Nació una niña que le quitaron al poco de nacer y no le devolvieron hasta un año después. “No sabía si comía ni con quién vivía”, cuenta con la voz algo quebrada.
Karla Jacinto, mexicana, fue víctima de trata de personas habló ante el papa Francisco en julio 2015
Amenazas y miedo
Durante aquel tiempo, las amenazas del proxeneta que la explotaba le quitaron la idea de escapar o de denunciarle. “Me daba miedo. Escuchaba muchas historias de miles de chicas a las que mataban. Solo eran un número más en el periódico”. Muchas de las niñas y niños que siguen estando hoy en la situación de la que ella logró escapar también sufren estas coacciones: “Les dicen que van a matar a sus familias. Te dan una idea muy expresiva de ello. A mí me ponían una foto de mi mamá en la mano y le apuntaban con una pistola a la cabeza. Solo me imaginaba la imagen de mi madre muerta. Eso es lo que me hacía esperar a otro momento para intentar salir”.
Durante el período en que fue obligada a prostituirse, se sentía tan vulnerable que “no pensaba que nadie pudiera escucharme”, pues creía que si se quejaba o decía algo iba a tener consecuencias negativas. Hasta que llegó su “ángel caído del cielo”, en forma de cliente que deseaba hablar con ella, no recibir prestaciones sexuales. “Yo siempre le decía que no. Aguanté hasta medio año y entonces me decidí a platicar con él. Llegó un punto en que me dijo que bastaba ya, que debía tener sueños y una familia que me esperaba”.
Con ayuda de este hombre, hoy fallecido, y otras personas consiguió escapar y denunciar al proxeneta, que aún no ha pagado por los delitos cometidos con Karla. “Tiene muchos contactos. Tiene amigos secuestradores y del mundo de muy abajo. Eso ha detenido su búsqueda. A lo mejor ya saben dónde está, pero hay gente que le ayuda”. Pese a esta situación, asegura que las autoridades mexicanas están haciendo “muy bien” el trabajo con su caso. “Están haciendo una investigación muy limpia”.
Ayudar a otras víctimas
Con un folio blanco en las manos, Karla cuenta que su gran objetivo ahora es erradicar la trata de seres humanos. “Quiero cambiar el mundo”, dice con decisión, sin que aparezca el idealismo ñoño que en ocasiones acompaña a esta frase. “Quiero que no haya más niños y niñas que pasen por esto. No es nada grato vivir en carne propia los golpes y maltratos que yo pasé. Sufres discriminación por la gente que pasa por tu cuerpo y ni siquiera ve que eres solo una niña. Incluso llegué a ver cómo violaban a bebés. Es algo que quiero erradicar”.
A esta campaña internacional Karla une su compromiso local para ayudar a chicas mexicanas que pasan por lo que ella superó. “Cuando me empezaron a ayudar con terapias psicológicas, me molestaba que me dijeran que me comprendían, porque no era cierto. Ahora yo puedo decirle a una chica que la entiendo de verdad. Eso es satisfactorio”.
Artículo originalmente publicado por Vida Nueva