Bono, The Edge y Larry Mullen (Adam Clayton siempre fue el verso suelto) pertenecían al círculo Shalom Fellowship, en Dublín, y cantante y guitarrista habían llegado a plantearse seriamente abandonar el grupo
Poca gente lo sabe. En pocos lugares se dice, pero hubo una época en la que U2, una de las mejores bandas de rock del siglo XX, se debatía entre seguir con profundidad la doctrina cristiana o imbuirse en una vida dedicada al rock. Ganó lo segundo, pero cabe recordar que en 1982 la banda sentía esa contradicción.
La crisis vino provocada por October (1981), su segundo disco, que no había funcionado como se esperaba tras la espectacular acogida del debut, Boy (1980). Faltaba convicción. U2 dudaba en lo más profundo si proseguir el camino del rock era compatible con ser cristianos.
Bono, The Edge y Larry Mullen (Adam Clayton siempre fue el verso suelto) pertenecían al círculo Shalom Fellowship, en Dublín, y cantante y guitarrista habían llegado a plantearse seriamente abandonar el grupo.
Así, después de un álbum de debut consagrado al abandono de la adolescencia, y de otro debilitado que generó dudas espirituales, War (1983) reflejó un mundo en conflicto y desintegración. La violencia en Irlanda del Norte, que el propio Bono reconocía que no le había interesado lo suficiente hasta entonces, abrió el disco con la crepitante ‘Sunday Bloody Sunday’.
La fama, la sobreexposición de la canción, no deben opacar la valentía de un grupo irlandés significándose de tal manera en contra del terrorismo, no falto de predicamento en su entorno y entre su público potencial.
El álbum valiente de U2
‘New Year’s Day’ fue el primer single, la bandera. Una canción que iba a ser para su mujer Ali, pero que tras su despertar al mundo Bono identificó en Lech Walesa, líder católico del sindicato Solidaridad en Polonia. ‘Seconds’ verbalizaba el temor a una hecatombe nuclear, un peligro nada improbable en 1982. Y en ese clima bullía un álbum sostenido también por canciones menos graves, pero no menos intensas, como ‘Two Hearts Beat As One’ o ‘40’ (que se fundamentaba en la Biblia, en concreto en el Salmo 40).
Esa apuesta personal-espiritual de War funcionó. Después de October, era éxito o fracaso. Y War se convirtió en su primer número 1, la arrolladora gira que lo siguió trajo los estadios, el dinero y la fama. Y todo esto lo lograron con un álbum abiertamente político, nada fácil, pero que comulgó con los tiempos y con un público que ya no dejaría de crecer.
Sería empatía sobrenatural, pero supieron comunicar y compartir que creían firme, religiosamente en su propósito de significar algo. En algún momento de 1982, U2 se sirvió de sus raíces espirituales para construir un álbum que los significaría en la historia del rock.