Jesús se presenta a Pilatos como rey de un reino que "no es de este mundo" (Jn 18,36). Esto no significa que Cristo sea rey de otro mundo, sino que es rey de otro modo. Lo explicó el papa Francisco en la fiesta de Cristo Rey del año 2015:
"Se trata de una contraposición entre dos lógicas", dijo al rezar el Ángelus. Y añadió:
"La lógica mundana se apoya sobre la ambición y sobre la competitividad, combate con las armas del miedo, del chantaje y de la manipulación de las conciencias.
La lógica evangélica es la de Jesús, que se expresa en la humildad y en la gratuidad, se afirma silenciosa, pero eficazmente con la fuerza de la verdad".
El poder de la cruz
"Los reinos de este mundo a veces se basan en la prepotencia, en la rivalidad, opresión; el reino de Cristo, es un "reino de justicia, de amor y de paz".
Jesús se ha revelado como rey en la Cruz. Quien mira la Cruz de Cristo no puede dejar de ver la sorprendente gratuidad del amor.
Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia del Cruz y en la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, también frente al rechazo, y que parece como el cumplimiento de una vida gastada en el total ofrecimiento de sí mismo a favor de la humanidad".
"En el Calvario, los jefes del pueblo ofenden a Jesús clavado en la cruz, y le lanzan el desafío: "Sálvate a ti mismo descendiendo de la Cruz" (Mc 15,30).
Pero paradójicamente la verdad de Jesús es exactamente lo que en tono de burla le dicen sus adversarios: ‘No puede salvarse a sí mismo’ (v.31).
Si Jesús hubiera descendido de la Cruz, habría caído en la tentación del príncipe de este mundo.
Él no puede salvarse a sí mismo precisamente para poder salvar a los demás, para poder salvarnos a cada uno de nosotros de nuestros pecados".
El Reino del amor
"Esto lo entiende uno de los malhechores que fueron crucificados con Él, llamado "buen ladrón", que le suplica: "Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino" (Lc 23,42).
La fuerza del reino de Cristo es el amor. Por esto la realización de Jesús no nos oprime, sino que nos libera de nuestras debilidades y miserias, animándonos a recorrer el camino del bien, de la reconciliación y del perdón.
Cristo es un rey que no nos domina, no nos trata como súbditos, sino que nos eleva a su misma dignidad.
Él nos hace reinar con Él, porque, como dice el Libro del Apocalipsis, "ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes para su Dios y Padre" (1,6).
Pero reinar como Él significa servir a Dios y a los hermanos; un servicio que surge del amor. Servir por amor es reinar: esta es la realización de Jesús.
Frente a las muchas heridas en el mundo y a las demasiadas heridas en la carne de los hombres, pidamos a la Virgen María que nos apoye en nuestro compromiso de imitar a Jesús, nuestro rey, haciendo presente su reino con gestos de ternura, de comprensión y de misericordia".