El Pontífice visitó una casa de la caridad en Kampala y pide a las parroquias: “No se olviden de los pobres”“El Evangelio nos impulsa a salir hacia las periferias de la sociedad y encontrar a Cristo en el que sufre y pasa necesidad”. El Señor nos dice con palabras claras que nos juzgará de esto”, dijo el Papa después de visitar la Casa de la Caridad de Nalukolongo a Kampala en Uganda este sábado 28 de noviembre, segunda etapa de su viaje apostólico por el continente africano.
“Honran a Cristo en sus hermanos y hermanas más pequeños”, porque así se consigue que “la fuerza de su amor entre en el mundo y lo cambiamos realmente”, invitó Francisco.
El Pontífice no se cansa de manifestar su deseo de una Iglesia pobre y para los pobres. “Da tristeza ver cómo nuestras sociedades permiten que los ancianos sean descartados u olvidados. No es admisible que los jóvenes sean explotados por la esclavitud actual del tráfico de seres humanos”, expresó.
“Da la impresión de que el egoísmo y la indiferencia se va extendiendo por muchas partes. Cuántos hermanos y hermanas nuestros son víctimas de la cultura actual del «usar y tirar», que lleva a despreciar sobre todo a los niños no nacidos, a los jóvenes y a los ancianos”, agregó.
El Obispo de Roma quiso visitar la Casa de la Caridad de Nalukolongo para animar la misión de las Hermanas del Buen Samaritano y de tantas otras comunidades, parroquias y casas símiles. “Y aquí está presente Jesús, porque él ha dicho que siempre estará entre los pobres, los enfermos, los encarcelados, en los descartados y en los que sufren. Aquí está Jesús”, dijo el Papa
El 11º viaje internacional de Francisco tiene una fuerte huella social y de testimonio de la caridad. Por ello, ha querido visitar la obra que el cardenal Nsubuga fundó en 1978 en Nalukolongo en favor de los pobres, los discapacitados y los enfermos.
“Este lugar siempre ha estado ligado al compromiso de la Iglesia…Pienso particularmente en el enorme y fructífero trabajo realizado con las personas afectadas por el SIDA. Aquí, en los primeros tiempos, se rescató a niños de la esclavitud y las mujeres recibieron una educación religiosa”, argumentó el Papa.
La caridad desde las familias y las parroquias
“Como cristianos, no podemos permanecer impasibles. Mirar y no hacer nada. Algo tiene que cambiar”, insistió.
En su mensaje en la plaza de la Casa pidió que “nuestras familias” sean “signos” del “amor paciente y misericordioso de Dios, no sólo hacia nuestros hijos y ancianos, sino hacia todos los que pasan necesidad”.
Después de animar a las familias a ser apóstoles de caridad, se dirigió a las parroquias. “Nuestras parroquias no han de cerrar sus puertas y sus oídos al grito de los pobres. Se trata de la vía maestra del discipulado cristiano”, señaló.
El Papa lanzó el desafío de un testimonio que proviene del servicio. “Es así como damos testimonio del Señor”. En la línea de su pontificado resaltó una vez más que “las personas cuentan más que las cosas y que lo que somos es más importante que lo que tenemos”.
En África, la Iglesia pobre y para los pobres
El Papa saludó a todas las personas que se ocupan de caridad cristiana en Uganda, y saludó a otras casas de la Misericordia en el país.
“Porque ésta es justamente una casa [en referencia a la Casa de la Caridad de Nalukolongo]. Aquí pueden encontrar afecto y premura; aquí pueden sentir la presencia de Jesús nuestro hermano, que nos ama a cada uno con ese amor que es propio de Dios”, expresó.
“Les recordaré en mis oraciones y les pido, por favor, que recen por mí…Omukama Abakuume! [Que Dios los proteja]”, concluyó.
El Papa visitó a los enfermos hospedados en dos edificios, sucesivamente ha dado su discurso en la tarima puesta para la ocasión en la plaza interna de la casa.
102 personas discapacitadas, ancianos, indigentes son huéspedes de la Casa de la Caridad, según sor. Theresa d’Avilla Basemera, directora de la estructura. Es un hogar para personas necesitadas independientemente de su fe y credo.