Si una frase está grabada en lo hondo de mi ser desde mi infancia, cuando vuelvo a escucharla se despierta la misma emoción que sentí entoncesSon muchas las emociones de mi ánimo. Son tantas que a veces me pierdo en un mar revuelto de emociones. Me gustaría controlarlas todas, pero no las puedo controlar.
Dicen que los pensamientos son antes que mis emociones. Los pensamientos que me dejan oír mensajes y esos mensajes despiertan el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, el asco. Esos mensajes están grabados en el corazón desde hace años.
Me viene bien conocerme, saber quién soy, cómo soy, de dónde vengo. Descubrir esos mensajes grabados en el alma desde mi infancia. Escritos en mis relaciones de amor. En mis conflictos, en mis batallas.
Como hijo, como hermano, como padre, como amigo. Esos mensajes han estado asociados a emociones y así han quedado grabados para siempre. Por eso, cuando vuelvo a encontrarme en una situación parecida, se despierta la misma emoción.
Vuelvo a escuchar el mismo mensaje. Y tengo la misma reacción. Me defiendo, me enfado, me pongo triste. Si cuando era pequeño hice algo mal y recibí la reprobación de mi padre, seguramente la tristeza invadió mi alma, o el desánimo.
En ese momento una frase quedó grabada. Tal vez exagerada: “No haces nada bien”. Había hecho algo mal, pero tal vez alguien me dijo que era torpe, que no hacía nada bien y yo me lo creí. O mi subconsciente se lo creyó.
Dicen que si un niño es rechazado o criticado duramente, gran parte de su autoestima se viene abajo. Posteriormente le podemos animar y enaltecer, pero es mucho menos lo que sube que lo que ha bajado anteriormente con nuestra crítica. Se graban esos mensajes para siempre en el alma.
Aunque fueran mentira. Porque seguro que no era verdad que no hacía nada nunca bien. Es imposible. Algo haremos bien. Y algo haremos mal. Las dos afirmaciones son verdaderas. Pero decir que no hago nada bien es mentira.
Pero si está grabada en lo hondo de mi ser, cuando hago algo mal, vuelvo a escuchar la misma frase y se despierta la misma emoción. Es tan importante entonces aprender a conocer mi alma.
El otro día leía: “Es necesario que tú conozcas de dónde vienes, cuál es tu patrón habitual de comportamiento, cuáles son tus puntos frágiles y por dónde te puede enganchar la conducta, el impulso o la apetencia, qué factores te desestabilizan, qué significan las sensaciones, emociones, sentimientos o estados mentales en los que entras, qué cuidados necesitas, cómo has aprendido a realizar esas conductas, qué significado tienen, cómo han crecido, cuáles son tus patrones de engaño, en qué situaciones estás en riesgo”[1].
Conocerme a mí mismo me ayuda a enfrentar las situaciones de tensión. Conocerme y educarme para saber actuar en determinados momentos difíciles y reaccionar de una forma más madura.
¿Cuáles son las frases grabadas en mi alma? ¿Qué emociones se despiertan con más frecuencia?
Quiero aprender a saber cómo soy. Lo que siento es importante. No quiero reprimirlo. Quiero mirar mis emociones con algo de distancia. Es lo que me da fuerzas para dar el siguiente paso.
El otro día leía: “Tu historia es única e irrepetible. Es histórica y cada momento es tuyo y no volverá a ocurrir nunca más. Tú tienes tu propio desarrollo y sabrás cómo llevarlo adelante. Tú tienes tu propia identidad”[2].
Esas frases son las que quisiera grabarme en el corazón para siempre. Esas frases sencillas y claras. Sé lo que valgo. Sé lo que puedo llegar a dar. Sé cuánto me quiere Dios.
Aunque a veces no soy capaz de mirarme en mi totalidad, como soy, con mis miedos y mis ascos, con mis tristezas y mis alegrías, con mi ira y mis enfados.
Soy yo mismo. El mismo que es capaz de trepar las más altas cumbres y caer en la profundidad de los más inhóspitos valles.
[1] Carlos Chiclana, Atrapados por el sexo
[2] Carlos Chiclana, Atrapados por el sexo