Enterrar a los muertos es una de las obras corporales señaladas en la tradición de la Iglesia. El difunto queda reducido a su pobreza más radical. San Francisco de Sales subrayaba:
Hace unos días, se me acercó una mujer en el pasillo del tanatorio y me dijo: "Por favor, pase a la sala 24 e intente consolar a mis sobrinos, que velan el cadáver de su niño de cuatro meses".
Un paso tan leve...
Me hice presente e intenté acompañar su dolor con estas palabras.
Al final, los padres y abuelos expresaban, con un emocionado abrazo, su inmensa gratitud por este mensaje esperanzador.