Las claves para entender el misterio de la Navidad, según Papa FranciscoEn la última audiencia general de 2015, este miércoles 30 de diciembre, el papa Francisco subrayó que el Niño Jesús, de quien hay poca documentación sobre su niñez, se puede entender observando a nuestros niños, protegiéndolos, abrazándolos, jugando con ellos.
En su alocución expuso que los niños, así cómo Jesús, nos piden atención, amor e interés. Nos quitan autonomía por una libertad verdadera basada en el servicio a quien tenemos de frente.
“También Jesús quiere que lo tengamos en nuestros brazos, que le demostremos nuestro amor, nuestro interés. Qué abandonemos nuestra pretensión de autonomía. Y acojamos la verdadera forma de libertad que consiste en reconocer y servir a quien tenemos adelante”, aseveró.
El papa destacó que la devoción del pesebre de Navidad en nuestras casas enseña que existe un Dios humilde: “Un Dios que se hace pequeño por nosotros”.
Asimismo, remarcó la contemplación del “misterio de la infancia de Jesús” de tantos Santos y Santas que “la cultivaron en su oración diaria”, especialmente citó a Santa Teresa del Niño Jesús”.
El Pontífice puso como ejemplo a la Santa de Lisiex (también llamada la Santa Faz), doctora de la Iglesia, por saber “vivir y testimoniar esa infancia espiritual”, que se apoya en la “escuela de María” y desvela la “humildad de Dios”.
En una plaza de San Pedro poblada de peregrinos de todo el mundo, el Papa creó un clima familiar: “Un día algo frío, eh! En estos días navideños tenemos delante el Niño Jesús. Estoy seguro que en nuestras casas, tantas familias han hecho el pesebre”, aseguró.
Un niñito refugiado en la pesebrera que explicó: “por nosotros se hizo pequeño…!Dios es humilde! Nosotros que somos orgullosos, llenos de vanidad, nos creemos grandes cosas, no somos nada. Él que es grande es humilde. Y se hace niño. Esto es un verdadero misterio. Dios es humilde, que bello, ¿No?”.
En su predicación, sostuvo que no hay que olvidar que toda la vida de Jesús es “revelación” e inspiración; desde el misterio de su infancia hasta haber muerto en la Cruz y resucitado.
Se sabe poco de la infancia de Jesús
De esta manera, recordó que en Navidad para crecer en la fe necesitamos contemplar la niñez del Salvador.
“Cierto, no conocemos nada de ese periodo…las pocas indicaciones que tenemos hacen referencia a la imposición del nombre después de 8 días de su nacimiento, la presentación en el Templo, la visita de los Reyes Magos y la consecuente fuga a Egipto.
Después hay un salto largo hasta llegar a los 12 años, cuando con María y José van al peregrinaje a Jerusalén para la pascua y en cambio de regresar con sus papás se queda en el Templo a hablar con los doctores de la ley”, indicó.
Poner al centro a Jesús, como al niño que pide protección
“Como vemos – prosiguió- sabemos poco del Niño Jesús. Pero podemos aprender mucho de él si vemos la vida de los niños. Es una bonita costumbre la que tienen los padres y los abuelos de mirar que hacen los niños. Descubrimos que los niños quieren nuestra atención. Ellos deben estar en el centro. ¿Por qué son orgullosos?. ¡No! Porque ellos tienen necesidad de sentirse protegidos”.
“Es necesario para nosotros poner también en el Centro de nuestra vida a Jesús. Y saber que aunque si puede parecer paradójico tenemos la responsabilidad de protegerlo. Quiere estar entre nuestros brazos, desea ser protegido y poder fijar su mirada con la nuestra”.
“Además hacer reír al Niño Jesús para demostrarle nuestro amor y nuestra alegría porque Él está en medio a nosotros, su sonrisa es signo del amor que nos da la certeza de ser amados”, dijo.
Abandonar el egoísmo
“Los niños aman jugar, hacer jugar a un niño significa abandonar nuestra lógica para entrar en la suya. Si queremos que se divierta es necesario entender lo que le gusta a Él y no ser egoístas y hacerle hacer las cosas que nos gustan a nosotros.
Es una enseñanza para nosotros. Frente a Jesús estamos llamados a abandonar nuestra pretensión de autonomía, para acoger en cambio la verdadera forma de libertad que consiste en conocer a quien tenemos delante y servirlo.
Él el Niño es el Hijo de Dios que viene a salvarnos, vino entre nosotros para mostrarnos el rostro del Padre rico de amor y de misericordia. Por ende, tomamos entre nuestros brazos el Niño Jesús, pongámonos a su servicio, Él es fuente de amor y de serenidad”.
A los fieles de regreso a casa invitó a acercarse al pesebre y besar el Niño Jesús y pedirle: “Jesús yo quiero ser humilde como tú, humilde como Dios y pedir esa gracia”, concluyó.