¿Hiciste fiesta? ¿Comiste bien? ¿Descansaste? Pues prepárate para descubrir el verdadero sentido de la NavidadSin más preámbulos, reproducimos el nudo en el estómago provocado por el mensaje de Navidad del obispo italiano Tonino Bello.
Queridísimos, desobedecería a mi deber de obispo si os dijera “Feliz Navidad” sin incomodaros. Yo quiero incomodar. No puedo soportar la idea de hacer saludos inocuos, formales, impuestos por la rutina del calendario.
¡Así que, mis queridos hermanos, a vosotros mis mejores saludos incómodos!
Que Jesús, nacido por amor, os dé náuseas por la vida egoísta, absurda, sin impulso vertical, y os conceda la gracia de recrear vuestra vida en la donación de vosotros mismos, en la oración, en el silencio, en el valor. Que el Bebé que duerme sobre las pajas os quite el sueño y haga que sintáis el colchón de vuestra cama tan duro como una piedra hasta que acojáis de verdad a un desalojado, un necesitado, un pobre que vaga por vuestras calles por falta de compasión.
Que el Dios hecho carne os haga sentir como gusanos cada vez que vuestra carrera sea el ídolo de vuestra vida; cada vez que piséis a los demás por vuestro proyecto de vida; cada vez que los hombros del prójimo se conviertan en el instrumento para escalar puestos.
Que María, la madre que sólo encontró entre el estiércol de los animales la cuna en que dejar con ternura el fruto de su vientre, os obligue, con sus ojos heridos, a suspender vuestras comilonas de fin de año hasta que vuestra conciencia hipócrita se de cuenta de que los contenedores de basura y los incineradores de las clínicas se han transformado impunemente en túmulos sin cruz de vidas humanas exterminadas.
Que José, aquel que enfrentó mil puertas cerradas en la cara y que es el símbolo de todas las desilusiones paternas, incomode vuestras borracheras y provoque un cortocircuito a vuestro derroche de luces intermitentes, hasta que entréis en crisis sincera ante el sufrimiento de tantos padres que derraman lágrimas por sus niños sin salud, sin trabajo y sin oportunidades.
Que los ángeles, anunciadores de la paz, traigan la guerra a vuestra tranquilidad somnolienta, incapaz depares cuenta de que, bajo vuestro silencio cómplice, se perpetran injusticias, se expulsa a personas, se fabrican armas, se militariza la tierra de los humildes, se condena a pueblos al exterminio del hambre.
Que los pobres que corren a la gruta de Belén mientras los poderosos conspiran en la oscuridad y la ciudad duerme en la indiferencia os hagan entender que, si queréis ver “una gran luz”, tenéis que levantaros e partir; os hagan entender que las limosnas de quien se beneficia con la piel de las personas son calmantes inútiles; os hagan entender que las bonitas ropas compradas con la paga extra pueden causar buena impresión, pero no calientan el alma; os hagan entender que la coexistencia de personas sin hogar y la especulación corporativa es un acto de horrendo sacrilegio.
Que los pastores que velaban en medio de la noche vigilando el rebaño y esperando la aurora os den un sentido a la historia, la emoción de la espera, la alegría del abandono en Dios, y os inspiren el deseo profundo de vivir pobres en espíritu, porque vivir pobre en espíritu es la única manera de morir rico a los ojos de Dios.
Que, en nuestro viejo mundo moribundo, nazca la esperanza.
¡Feliz Navidad!
+ Dom Tonino Bello